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Don Camillo y Nick Mano de Goma

Lola Beltrán
Íñigo Domínguez

FRANCESCO Mazzaferro, joven inmigrante calabrés en Turín, se presentó un domingo de 1963 en la casa de su prometida con una muñeca. Un regalo para hacerle ver sus buenas intenciones, pero para Maria Laurenzano no era gran cosa. Le pidió una prueba de amor de verdad. Francesco entonces sacó una pistola calibre 6,35 y le dijo que podía usarla para matarle si no mantenía su palabra de casarse con ella. Maria guardó la pistola en su armario, pero a los seis meses ya tuvo que sacarla. Se decía que Francesco se había casado con otra. Lo encontró en una barbería y le dijo que saliera. Estaba con un amigo. Discutieron, sacó la pistola y se lio a tiros. Hirió a su novio en el muslo, al otro le voló la mandíbula. Luego se fue a comisaría y se entregó. Se benefició de la atenuante de delito de honor, que entonces existía. El suceso se ventiló en los periódicos como un típico conflicto en el submundo de los inmigrantes meridionales. Pero Francesco Ciccio Mazzaferro era algo más. Acabó siendo un importante capo de Piamonte y se instaló en su mansión en Bardonecchia, al pie de los Alpes y en la frontera con Francia.

EN EL AYUNTAMIENTO DE DON CAMILLO HAN AFLORADO CONTRATACIONES DE PERSONAL MAFIOSO, RECALIFICACIONES….

Muchos mafiosos, sicilianos, calabreses, campanos –Campania es la región de Nápoles– llegaron como inmigrantes al norte de Italia, igual que a Estados Unidos a principios del siglo XX. Pero el mayor mérito de su expansión es del propio Gobierno italiano: a partir de 1961 se le ocurrió repartir mafiosos por Milán y alrededores, con residencia obligatoria, pensando que era el ambiente el que les hacía así, y no ellos al ambiente. Como si la Mafia fuera fruto del atraso cultural y económico, o un instinto primitivo que se curaría con música de Mozart. Este prejuicio, más bien esta tontería, ha sido fatal. Lo único que necesita la Mafia para prosperar es que se la deje, y gente que busque dinero fácil. Es decir, puede crecer en cualquier sitio.

Uno de estos mafiosos deportados fue Antonio Dragone. Llegó en 1983 a la zona de Parma. Era capo de la cosca de la ‘Ndrangheta, la Mafia calabresa, en Cutro, 10.000 vecinos. Pero en el norte pasaba por un inmigrante más, un humilde portero. A su alrededor comenzó a crecer un potente clan. ¿Cuánto tiempo han tardado en la bucólica región de Emilia-Romaña en darse cuenta de que tenían a la Mafia metida en casa? Pues 32 años, hasta que el año pasado la Operación Aemilia, 117 detenidos, hizo imposible negarlo. Ya no es sorpresa, desde hace décadas es tradición que Italia se sorprenda cíclicamente de la presencia de la Mafia en el norte del país. Lo mismo pasa en otros países, como España, por ejemplo, donde se asombran aún más cuando se la encuentran.

Emilia-Romaña es la región del bienestar y el progreso. Además de roja, otro presunto antídoto contra la Mafia. .

La puntilla ha llegado este año: por primera vez se ha disuelto un municipio de Emilia-Romaña por infiltración mafiosa. Ha sido un trauma muy simbólico, porque es Brescello, el pueblo de las películas de Don Camillo y el honorable Peppone. Con su cura y su alcalde comunista, es un icono de la Italia tradicional y plácida. Emilia-Romaña es además la región por excelencia del bienestar y el progreso. Además de roja, otro presunto antídoto contra la Mafia.

La historia de esta distracción es ejemplar. Como cuenta en un libro Sabrina Pignedoli, periodista de Il Resto del Carlino, “Dragone comprendió de inmediato el potencial, que allí la gente solo había visto a la Mafia por la tele”. No metía miedo, no había violencia, solo hacía favores y negocios. Con socios, luego testaferros, y cómplices, en chanchullos, en pelotazos, con facturas falsas. Con créditos, comprando empresas. Al final, como dijo el fiscal de la Operación Aemilia, “no es que los mafiosos fueran a buscar a los empresarios, eran los empresarios los que requerían los servicios de los mafiosos”.

Pero también hubo tiros y muertos. El primero, en 1992. Un comando de sicarios disfrazados de carabinieri, en un falso coche policial, se presentó en casa de un tal Giuseppe Ruggiero y lo asesinó. Ocurrió en Brescello. Salió en las páginas de sucesos como ajuste de cuentas, cosas de calabreses. El comentario suele ser: bueno, se matan entre ellos. Hubo más atentados, y una bomba en un bar. En 1999 Antonio Valerio fue ametrallado en su Mercedes. Sobrevivió, pero no quiso presentar denuncia. Ahora está entre los detenidos en la Operación Aemilia. Cuando los carabinieri llegaron a su casa, llamó primero a comisaría, antes de abrir la puerta, para comprobar que eran los de verdad.

EN 1999 HABÍA ESTALLADO UNA GUERRA ENTRE FAMILIAS POR EL CONTROL DE LA COSCA. TUVO LUGAR EN CUTRO, PERO EN LA SUCURSAL DEL NORTE TAMBIÉN HABÍA BALAZOS.

En 1999 había estallado una guerra entre familias por el control de la cosca. Tuvo lugar en Cutro, pero en la sucursal del norte también había balazos. Esta disputa enfrentaba a los Dragone con el lugarteniente del capo, Nicolino Grande Aracri, alias Nick Mano de Goma, un grandullón estilo Soprano. La chispa fue otro asunto de honor, mientras Antonio Dragone estaba en la cárcel. Su hijo Raffaele se iba a casar con la viuda de su hermano, un hábito arcaico de algunos clanes. Le pidió a Grande Aracri que fuera su testigo, pero se negó. Fue una ofensa, un claro desafío. Al final accedió, pero la señal estaba dada. De hecho, el patriarca aconsejó a su hijo que se lo cargara. Esto ocurría entre bastidores, pero hay que imaginarse los sentidos besos y abrazos que se darían en la boda. Raffaele Dragone fue asesinado en 1999. Su padre, en 2004, al salir de la cárcel. Grande Aracri se hizo con el poder. Fue detenido en la Operación Aemilia y condenado a seis años y ocho meses de cárcel en abril.

El alcalde de Brescello, el sucesor de Don Peppone, dijo que uno de los hermanos de Grande Aracri, un mafioso ya condenado en firme, era “buena gente, una persona gentil, tranquila y educada”. Al final tuvo que dimitir. Su padre, abogado, también había defendido al clan, pero en los tribunales, y mientras era alcalde del pueblo, que lo fue durante 19 años. Es el mismo regidor que en 2003 amenazó con quitar la licencia al dueño de un bar que había denunciado presiones de la Mafia y con querellas por mancillar la imagen de Brescello. En el Ayuntamiento de Don Camillo han aflorado contrataciones de personal mafioso, adjudicaciones y subcontratas sospechosas, recalificaciones de terrenos. Están siendo procesadas 230 personas. Junto a los mafiosos, hay políticos, empresarios, abogados, asesores fiscales, periodistas, policías, buena gente de su pueblo de toda la vida.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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