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Esther Mbabazi dispara al dolor del abuso

Una fotógrafa ugandesa trabaja en un proyecto para visibilizar el sufrimiento de las víctimas de la violencia sexual

El bailarín Robert Ssempijja.
El bailarín Robert Ssempijja.Esther Mbabazi
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“La violencia sexual es un problema muy común que afecta a mujeres de todo el mundo. Ninguna de nosotras camina sola por la noche sin preocuparse por si llegará a salvo a casa. Es un temor real que enfrentamos todas día a día. Pero si además, el acosador está en casa, no hay refugio para nosotras”, explica Esther Mbabazi, fotógrafa ugandesa de 21 años. Por tratarse de un tema tan común y a la vez tan invisible en nuestras sociedades, dice, decidió poner los sentimientos de las víctimas de dicha violencia en el foco de su cámara. Así, creó la serie Shadowed (ensombrecidas, en inglés), un trabajo que busca mostrarle al mundo el tormento que sufren estas personas, y de paso, exponer una realidad incómoda, mucho más común de lo que se admite públicamente.

Según la OMS, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física y/o sexual en algún momento de su vida; la mayoría, a manos de sus parejas sentimentales. Se trata de una pandemia global que afecta a millones de mujeres de todo el mundo y que Naciones Unidas define como "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada". A pesar de que siete de los 10 países donde se registra un mayor índice de delitos por violación se encuentran en el mundo occidental, en África, la violencia doméstica contra las mujeres presenta una prevalencia alarmante según datos del Banco Mundial: al menos un tercio de todas reconocen haber sufrido de forma física o psicológica. Ante esta grave situación de vulneración de los derechos de la mujer, la prevención y la sensibilización se hacen indispensables.

El arte puede cumplir una función de sensibilizador social y ser una herramienta de denuncia y de reivindicación de los derechos humanos. Las diferentes formas de arte, entre las que se encuentra la fotografía, también se pueden convertir en una terapia para las víctimas, que se ven empoderadas. Pero de la misma forma, puede ser un procedimiento terapéutico para la sociedad en la que se produce el proceso artístico. “He escuchado muchos testimonios de personas a las que el arte les supone un alivio. Creo que si el arte se utiliza para comunicar temas importantes en nuestra sociedad, el mundo tarde o temprano deberá reconocer los desafíos que todavía tenemos, y así, pequeños proyectos como el mío para sacar a la luz lo que perjudica a nuestras vidas ayudarán a erradicar injusticias como la violencia sexual”, asegura Esther Mbabazi.

Como fotógrafa, es mi responsabilidad hacer que el público vea, piense y actúe sobre temas que creo que necesitan ser vistos, debatidos y corregidos Esther Mbazi, fotógrafa

La mayoría de mujeres que han sufrido abusos, recurren a amigos, amigas y familiares en busca de apoyo, según datos de ONU Mujeres. De esta forma, el rol del entorno de las víctimas es fundamental para su recuperación psicológica y física, tal como Mbabazi ha intentado mostrar en su trabajo. “Shadowed observa a una persona que se descompone por culpa de la injusticia de la violencia sexual y física. Parte de alguien que está roto por dentro, pero que aún puede ser reconstruido con el apoyo de familiares y personas que se preocupan por ella”, explica esta fotógrafa autodidacta. “Sin embargo, con esta serie he querido ir más allá, porque creo que como fotógrafa, es mi responsabilidad hacer que el público vea, piense y actúe sobre temas que creo que necesitan ser vistos, debatidos y corregidos”, argumenta.

Visibilizar y fomentar la transformación social

Con la idea de no re-victimizar a las víctimas del abuso sexual, exponiéndolas a la mirada pública —a menudo llena de prejuicios—, Esther decidió poner en el foco de su Canon T3i a un grupo de bailarines y bailarinas afincados en Kampala —Robert Ssempijja, Zawedde Sarah, Daphne Tumwebaze y Ssenyonga Oscar—. “La danza contemporánea es una forma de arte expresiva y emocional. Con ella se puede contar cualquier historia siempre y cuando los bailarines estén conectados a aquello que están contando”, explica la ugandesa reconociendo la sensibilidad se estos profesionales. “He visto muchos proyectos de fotografía sobre la violación en que las víctimas son fotografiadas con la cara cubierta o girados de espaldas. Creo que los artistas tenemos que pensar en cómo contar historias de forma creativa sin la necesidad de poner a la víctima en otra situación difícil”, cuenta.

Para los bailarines y bailarinas que han participado en esta serie, su aportación ha sido una cuestión de justicia social. “Tengo una amiga que fue violada de pequeña y todavía está traumatizada. Me decidí a participar en esta sesión de fotos porque creo que como bailarines, como artistas, tenemos que representar las voces de nuestra comunidad”, asegura Robert Ssempijja. “Las víctimas de violación no están representadas. Viven en la sombra. Como algo que debe ocultarse”, dice Tumwebaze Daphine, bailarina, activista por los derechos sexuales de las menores y embajadora de mortalidad materna. “El arte puede ayudar mucho a reducir la frustración. La danza, en particular, es una terapia que conecta con el alma, es una forma de luchar, una forma de expresar y sacar el sufrimiento”, manifiesta.

En Uganda, según ONU Mujeres, el 51% de las mujeres ha sufrido daños físicos y/o violencia sexual por parte sus parejas a lo largo de su vida, y el 35% de mujeres lo han estado padeciendo durante el último año. “He querido realizar este proyecto con el fin de exhibir públicamente estas imágenes. Aún estoy trabajando en una fórmula que haga que las fotografías lleguen a más gente, pero creo que una vez que el público vea estas imágenes, algo va a cambiar en su forma de pensar. El objetivo es, no solo que cambie su forma de ver estos actos atroces, sino que se les despierte la necesidad de actuar. Muchas personas tienen amigos cercanos y familiares que han sufrido violencia sexual o que están siendo maltratados física y sexualmente en la actualidad, y creen que no pueden actuar para ayudarlos. Creo que el primer paso para la lucha contra este tipo de problemas sociales es la sensibilización. Si nuestras sociedades están sensibilizadas y saben cómo actuar contra ellas, se producirán cambio sustanciales. Si la ciudadanía observa y empatiza con las emociones que muestran mis imágenes, sentirán la necesidad de ayudar a las víctimas de la violencia sexual y también de luchar contra sus perpetradores”, expresa Esther Mbabazi.

Las víctimas de violación no están representadas. Viven en la sombra. Como algo que debe ocultarse

Tumwebaze Daphine, bailarina

Shadowed quiere provocar un debate público sobre un tema que a menudo es tratado de puertas adentro, mientras que, siendo un problema de salud pública, se debería debatir en la calle. “Es importante romper el silencio ya que la violación y otras formas de violencia sexual nos perjudican a todos. Afectan a nuestras familias, a muchos de nuestros amigos y a mucha gente de nuestro entorno”, declara. Y no sin razón: En España, cada ocho horas una mujer es violada. En Gran Bretaña, un 52% de las mujeres afirman haber sufrido acoso sexual en el trabajo. Por no hablar del abuso sexual infantil, que afecta a uno de cada cinco niños y niñas europeos.

Sin embargo, como puntualiza el bailarín Robert Ssempijja: “hay que recordar que la violación y el abuso sexual no sólo se produce entre las mujeres”. Ellas, las víctimas masculinas de la violencia sexual, son la parte menos visible de todas las víctimas.

Wiriko es una asociación cultural que tiene como objetivo la difusión de las manifestaciones artísticas y las culturales africanas contemporáneas. Desarrolla actividades de divulgación a través de un magacín en línea y de formación mediante el Aula Virtual.

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