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La flor que inspiró un imperio

Peter Nicholls (Reuters)
Carmen Mañana

CUENTA LA LEYENDA que Arthur Boy Capel, amante de Coco Chanel, solía regalarte camelias, con las que ella decoraba su pelo y ropa. Dicen que le gustaban especialmente porque, al carecer de olor, no interferían con la fragancia de su perfume. La diseñadora sentía tal debilidad por esta flor que terminó convirtiéndose en uno de los iconos más reconocibles de su marca, junto a la ya mítica doble C cruzada. Con el tiempo, pasaron a protagonizar broches de tela, estampados y detalles de marroquinería de la firma de lujo. Ahora dan también forma a una colección de joyas a la que pertenece esta sortija bautizada como Camélia Galbé (camelia perfilada). Realizada en oro blanco de 18 quilates y cerámica, termina en un diamante cortado en talla brillante. Una pieza que, como los buqués de Capel, no apela al olfato, sino al deseo./

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