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Columna
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Estimado conservador

AYER FUI a su diabólica juguetería, que algo tiene de tal su Museo. No estaba usted desempeñando. No se preocupe. Dispuse Inspección Ordinaria Preventiva.

Visité Máquinas Democráticas; comprobé su funcionamiento ecuánime. Reduzca, no obstante, futurorum prudentia, ciertos indicadores; Sacristanías del Poder Económico, por ejemplo. Considerando Iconos, entiendo excesivo que la Gallina Catalana tenga las uñas pintadas con los colores nacionales.

Visité Desiderata y Relojes Inmóviles. Exactísimos éstos en su hora perpetua (Neocapitalismo y Eternidad, tiene gracia). Entre los Desiderata, no aptas dos: Crisis Benéficas y Argumentos Genitales Antisistema. Ya hablaremos.

En Lunáticas, refiriéndome a Herramientas Inútiles, le aviso: aceite a las rojas (a las oxidadas, digo). En Estadísticas Especulares, hay que arreglar algunas; recorte Selectas Tasas de Paro (las Tasas, no el Paro, obviamente). Rectifique ya Escritores Jubilados; debe decir Jubilosos.

Pasando a Hogareñas, “Electrodomesticados Españoles”. ¡Por favor! ¿Quién hizo esta ficha? Indocti discant, expediente al canto. ¡Qué horror! Pasemos, pasemos. Desa­hucios y Degollaciones Familiares, como siempre; nada de gaitas: senilidad histérica, nueras dipsómanas, etcétera.

Entré a Silabarios. Alfabéticamente, están imposibles. Pongamos el sirio: inintegrable. Cuestión de caligrafía. Fíjese la nuestra: ¡qué perfil las versales! No tiene arreglo el siríaco. Páselo a Cáritas Exofílica, pero arrópelo con algún rumor dactilográfico.

Libros Psicopatrióticos y Palíndromos. Ponga atención: demasiados; están en bandas extremas, a la derecha; intonsos unos y los más entreabiertos, pero por páginas “eméritas”; precisamente las páginas de Su Excelencia. Cuidado. Veo también demasiados Populismos Circenses (clamuras, adverbios inmundos). Prudencia. Otrosí digo de la Nómina de Ministros Coléricos. Atienda al matiz y aclárelo más ad cautelam: Ministros Clínicamente Coléricos (subrayado a Cínicamente, digo, a Clínicamente), no ocurra que, por analogía imperfecta, vaya a entenderse ministros corruptos. Paradójicamente, el renglón me interesa. He dictado lecciones sobre el morbo, ítem más aplicables al estudio de los ministerios engalanados con suicidas colgantes. En el orden histórico, la doble temática tiene gran importancia. Los hechos coléricos y/o suicidarios, con excepciones altomedievales, suceden, en expresión del clásico, porque “un aire corrupto en hora menguada [se está] trabajando [al Ejecutivo]”. Disculpe, hijo, es la erudición.

Me ha sorprendido (no se alarme) la exhibición precaria de piezas en Rumbos (o Rumbas, no recuerdo) Eclesiásticos/as, sobre todo la muy precaria del subcapítulo Decanna Stulta (aberración lingüística, por cierto). Debo suponer que se corregirá. Lea las instrucciones; las sinodales.

Algo fatigado (influyen ad interim las jornadas ascéticas), hube de restablecerme aspirando el aroma de las Orquídeas Electrificadas; un sueño de orquídeas; distíngalas dentro de Caprichos Ejecutivos, excluyendo mención de la coca excipiente. Pude terminar, Deo gratias. Sonriente, incluso. Es sano sonreír. De aquí en adelante, voy a sonreír hasta en las audiencias del Caníbal Mayor Condecorado. Es confidencia. Aprovecho: a usted le conviene mucho Caminar.

En fin, mi buen Operario probable, qué oprobio el trabajo, ¿verdad? Insisto: no se preocupe. Estoy al loro. De su telenovela, digo. Habrá nihil. Ya no hay censura (libertad versus nostalgia) ni censores. Don Camilo; centenario hodierno sería. En su paz(o) esté.

Si no tiene mucho que hacer, venga un día a rezar, perdón, a regar, quería decir, a regarme la finca.

Le estima condicionalmente, El Inspector Principal. (Ilegible).

DILIGENCIA: Se va el Caimán, se va el Caimán. ARCHÍVESE. El Funcionario.

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