El momento definitivo del vino rosado
Hace no muchos años se consideraba una bebida para los que no les gusta el vino y España lo exportaba pero no lo consumía. Todo ha cambiado: ahora el 'rosé' es la nueva tendencia entre los entendidos. Los expertos nos lo explican
Ya iba siendo hora de que dejáramos de lado el recuerdo del vino rosado como aquel vino “clarete” que bebían los abuelos de antaño y que tenía una injusta fama de ser de menor calidad. Al final el tiempo va poniendo las cosas en su sitio y, en los últimos años, el vino rosado ha ido cobrando tanto protagonismo, que está terminando por hipsterizarse, haciéndose un hueco ilustre en el firmamento de los locales modernos donde ya no sólo se sirve cerveza artesana o “vino de autor”. El rosado ha sido exhumado de su agujero, ha avanzado, ha revolucionado con el fenómeno de los nuevos rosé y se ha propuesto ser otro fenómeno.
¿Por qué ahora? Hablamos con los expertos
España ha sido siempre el principal exportador de vino rosado. Producimos océanos de vino rosado que siempre hemos tenido que exportar porque aquí no lo consumíamos. Según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), España llega a exportar en 2014 hasta un 46.3% de la producción mundial, pero el consumo en casa ha ido decreciendo hasta ese año. Porque no nos molaba el rosado; o al menos hasta que empezaron a ponerse de moda los espumosos rosé, unos vinos de tonalidades más pastel que tenían ya un maravilloso marketing detrás y que nos hicieron picar el anzuelo.
España llega a exportar en 2014 hasta un 46.3% de la producción mundial, pero el consumo en casa ha ido decreciendo hasta ese año
Jose Luis Asenjo, Director Técnico de la Bodega Dehesa de Luna lo corrobora: “Actualmente, la tendencia ha cambiado. Las bodegas han encontrado en los rosados un nuevo nicho de mercado. Y ahora, teniendo en cuanta las tendencias del mercado, es muy importante que la presentación de la botella acompañe todos estos valores del vino”.
Hemos conseguido por fin enterrar a los adoradores del lambrusco o el Peñascal y dar la bienvenida a esos nuevos rosé que están marcando tendencia en 2015 y 2016. Ruth Rodríguez, enóloga de Bodegas Izadi, comparte mesa y nos da las claves: “Como cualquier vino, tiene que transmitir la esencia de la uva de donde procede, por lo que se busca un marcado carácter frutal. En el caso del rosado, además, buscamos frescura y sutilidad, sin por ello perder una boca golosa. Buscar ese equilibrio es una buena receta de éxito para un vino rosado”. Ahora es el momento del rosado, porque es un vino muy versátil que marida con casi todo en un montón de situaciones. “Cada vino tiene su momento y su lugar, por eso apostamos porque se quede por mucho tiempo”, remata Ruth. Brindamos por ello.
¡No lo llamen postureo, llámenlo Vie en Rosé!
“Actualmente, la tendencia ha cambiado. Las bodegas han encontrado en los rosados un nuevo nicho de mercado"
Ahora que hemos encontrado un vino molón, ¿podemos hacer corrillo de cuñados sabiondos y hablar de los mejores y los peores rosados? ¿No lo estamos poniendo de moda?. Pues no, no funciona así. Más que nada porque, en lo que respecta al vino rosado, no estamos sufriendo tanta parafernalia como hay alrededor de otros productos de la generación hipster, como son la cerveza artesana o los superalimentos veggies. La nueva edad de los vinos rosé, se ha diseñado para un público más joven y abierto a experiencias nuevas, quizás con menos experiencia en el mundo del vino, por lo que ya no es necesario que más de uno pierda la dignidad haciéndose el entendido en una cata a ciegas.
El rosado, hoy en día, ya no es tan sólo un vino elegante, sino que se adapta muy bien a los nuevos gustos. Los nuevos rosados traen frutos rojos y bayas silvestres, gominolas, recuerdo a rosas e incluso frutas tropicales al paladar. Se adapta perfectamente tanto a un afterwork como a un aperitivo, tanto comida copiosa como cena ligera, sólo o acompañado. Tal es su versatilidad, que las posibilidades son infinitas. Y ahora que parece que se nos va la cabeza en la búsqueda por lo no convencional, es perfecto para salir de la rutina del blanco y del tinto y arriesgar por algo nuevo, más molón y más vanguardista. ¿Es el nuevo vino de la gente moderna? Sin duda.
4 rosados para 4 ocasiones
- Para el aperitivo: Dehesa de luna Rosé 2015
Uno de los recién llegados, en su segunda añada y elaborado con 100% Cabernet Sauvignon. De color asalmonado, muy fresco y con notas de fruta blanca. Perfecto para maridar en el aperitivo donde no falte jamón ibérico o, según Jose Luis Asenjo, con unas gambitas de Huelva. Aunque también en la comida, con unos gnoccetti con almejas, por ejemplo.
- Para la comida: Muga Rosado 2015
Primera división y Champions league de los rosados. Garnacha, viura y tempranillo para un vino que recuerda al melocotón o al níspero, con un recuerdo acidillo. Si estás pensando en sorprender a los colegas con una paella o una fideuá, éste es tu vino. También acompaña perfectamente a una tabla de quesos
- Para cenar: Larrosa 2015
Es la revolución de los nuevos rosados, procedente de Bodegas Izadi (Rioja Alta). Con tonos piel de cebolla, más diferenciado de ese rosa palo del 2014 y 100% garnacha. Es un vino de gran profundidad, con notas de pera o manzana, que marida perfectamente con la cocina japo e incluso con un postre de frutas rojas. Es sensualidad pura, perfecto para conquistadores.
- Para no equivocarse: Las Fincas Rosado 2015
Si no quieres meterte en follones y vienen amigos a casa, este fabuloso rosado de Chivite es perfecto para no fallar. Garnacha y tempranillo para un vino rosa palo que marida con prácticamente todo lo que le quieras echar, desde carne blanca hasta una pizza. Incluso para disfrutarlo sólo sin nada de picar, por el mero placer de paladear un buen vino. Un consejo: Los vinos rosados se estropean muy rápido. Hay que tomarlos muy fríos y una vez empezado un vino, conviene consumirlo en 24 horas. Avisados estáis.
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