Cuidados bajo la superficie
DESDE ALGAS hasta microorganismos liofilizados, pasando por todo tipo de barros o sales. Fascinados por la habilidad de la flora marina para regenerarse, los científicos de los laboratorios cosméticos han activado sus nutrientes a través de la biotecnología para concentrarlos en líneas de tratamiento capaces de proporcionar a la piel la fuerza y vitalidad del mar.
Max Huber, de La Mer, ha sido el artífice de las aguas marinas micelares para limpiar el rostro en profundidad. Por su parte, los laboratorios Biotherm, en colaboración con institutos oceanográficos, han descubierto que, en la Polinesia francesa, las frías corrientes antárticas que se encuentran con las cálidas aguas del Pacífico dan vida a un ecosistema microscópico fuente de un organismo acuático único, el Alteromonas macleodii, con propiedades para aumentar la hidratación y redensificar la piel.
Otro tipo de alga, utilizada por Laurent Nogueira, de Givenchy, es el Porphyridium cruentum, que vive en un ecosistema de gran sequedad. El secreto de su resistencia reside en la facultad de sus células para mantener intacta su reserva de agua, propiedad que el científico ha trasladado a su Lotion Essence. Por su parte, la firma suiza La Prairie apuesta por las algas rojas o el agua marina purificada rica en minerales para mejorar la cohesión entre las células.
En profundidad
Sal marina. Este compuesto posee propiedades curativas y terapéuticas. Al contener sulfato de magnesio, la sal del mar tiene un efecto antiinflamatorio y favorece la exfoliación de la piel.
Algas. Muy utilizadas en productos cosméticos y dietéticos, son ricas en vitaminas, oligoelementos y sales minerales. Tonifican, calman e hidratan los tejidos y retrasan el envejecimiento.
Barros. Ricos en minerales y oligoelementos, los fangos marinos se han usado desde la antigüedad por sus beneficios para la salud. Son hidratantes y ayudan a eliminar toxinas.
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