Niños 'hipsters', niños sanos
Ponerle gafas de sol al pequeño no solo es señal de estilo: sus ojos lo necesitan
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda resguardar los ojos y la piel de las personas a partir de un índice de radiación ultravioleta 3, lo que representa un riesgo moderado que, en España, se excede durante gran parte del año. Este indicador depende de la intensidad de los rayos UV del sol y refleja, igualmente, la capacidad de la radiación para producir lesiones en la piel. La mayoría de los padres no tienen dudas a la hora de embadurnar a sus hijos en cremas de protección solar. Sin embargo, para la oftalmóloga infantil Idoia Rodríguez Maiztegui, del Centro de Oftalmología Barraquer, no existe el mismo nivel de concienciación parental en asuntos referentes a la vista. “Los ojos, como la piel, tienen memoria, y el daño producido por el exceso de exposición solar es acumulativo”, advierte. Por ello, especialistas en salud visual nos ofrecen advertencias y consejos respecto al uso de gafas de sol por los más pequeños.
Los ojos de su hijo son más sensibles que los suyos
Aunque la vista, según los especialistas consultados, cuenta con un sistema natural para resguardarse de la radiación solar, "los ojos de los niños, al estar en pleno desarrollo, son más vulnerables a los efectos nocivos del sol", aclara la oftalmóloga. Si durante los primeros años de vida, una persona no utiliza gafas de sol y mantiene una sobreexposición a la radiación solar, entonces puede presentar “consecuencias a corto plazo, como conjuntivitis o queratitis (quemaduras solares), que se manifestarán en forma de lagrimeo, ojo rojo, picor o dolor”, concreta. Sin embargo, las lesiones pueden aumentar a largo plazo, ya que se pueden producir, según Valencia, “quemaduras en córnea o en retina, pterigión [crecimiento anormal del tejido de la conjuntiva] o cataratas incipientes, dañando la visión de forma severa y permanente”.
La optometrista y especialista en Diagnóstico y Tratamiento de Problemas Visuales Teresa Molina Martín, del Instituto de Salud Visual (ISAVI), aconseja proteger los ojos de los niños de las radiaciones solares durante todo el año, pero especifica que “durante el verano es imprescindible debido a que estas radiaciones aumentan”. El oftalmólogo pediátrico de la Clínica Cintrano, Martín Justicia, advierte de que estas recomendaciones se dan en casos normales, "los niños con enfermedades hereditarias y degenerativas que afectan la retina desde la infancia (retinosis pigmentaria, albinismo, etc.) deben recibir una atención especializada”.
¿Gafas de sol? Por supuesto, pero no siempre
Según los especialistas no se ha establecido una edad determinada para el uso de gafas de sol en los niños. Sin embargo, Rodríguez Maiztegui señala que es aconsejable “proteger los ojos con lentes desde que son bebés”. Tampoco existen dudas al respecto para la optometrista de ISAVI, María Valencia Sandonís, quien recomienda “su uso cuanto antes, especialmente si tienen los ojos claros, ya que tienen mayor sensibilidad a la luz. Los ojos de los bebés no deberían estar expuestos al sol directo nunca, sino que debemos cubrirlos con los capazos, parasoles o gorritas. Normalmente, una vez que empiezan a moverse de forma autónoma es cuando es probable que queden más expuestos, por los que a partir del año es una edad más que recomendable para usar lentes, pudiendo ser antes si van a estar expuestos en zonas en las que la radiación es más alta, como la playa o la montaña".
Ojo, elija solo los momentos de mayor riesgo para colocar las gafas al pequeño (cuando la incidencia de la luz es más potente), pues, como matiza Valencia Sandonís, "el uso continuado de las mismas puede empujar a los niños a desarrollar fotofobia (molestia excesiva a la luz)”.
Con varillas curvas y homologadas
Molina asegura que es necesario que las gafas para niños cumplan ciertas características: “Deben cubrir todo el campo visual, llevar lentes orgánicas para evitar roturas que puedan dañar al niño y ser más ligeras (en monturas resistentes)”. Rodríguez añade que deben ser "redondas u ovaladas y las varillas curvas, para evitar la fricción con las orejas". Y agrega un último consejo práctico pensado para los bebés: “Se puede usar una goma que una las patillas por detrás de la cabeza para facilitar un mejor ajuste”. El médico y oftalmólogo de Eurolaser Álvaro Velázquez Villoria recomienda para los más pequeños estructuras de una sola pieza de silicona y con puente invertido, "ya que los niños carecen de un buen tabique nasal para asentar la montura”.
Un aspecto primordial, según aconseja Idoia Rodríguez, es que “las gafas de sol infantiles estén homologadas. "Deben llevar la marca de la CE (Conformidad Europea), filtrar el 100% de la radiación y no distorsionar los colores". añade. Los especialistas insisten en estas exigencias, ya que usar gafas de mala calidad o no homologadas, como explica la oftalmóloga Rodríguez, puede llegar a ser más perjudicial que el hecho de no usar ningunas. "Una lente oscura pero sin un buen filtro va a favorecer que la pupila se dilate y que la radiación ultravioleta llegue con mayor facilidad al ojo, con lo que el daño ocular será mayor”.
¿Y si el crío ya utiliza gafas graduadas? En este caso, estará acostumbrado a portarlas y le será más fácil adoptar las de sol. Es más, el mismo instrumento protector puede estar graduado para su miopía, hipermetropía y/o astigmatismo. Y, como alternativa, especifica Molina, existen las gafas con las lentes fotocromáticas, es decir, “lentes que se oscurecen al incidir las radiaciones solares sobre ellas y en interiores vuelven a ser lentes convencionales, transparentes”.
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