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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El fraude del diesel se extiende a otros 30 modelos ‘sucios’

La extensión de las trampas cuestiona sobre la calidad de los controles europeos para medir las emisiones

Milagros Pérez Oliva
Matthias Mueller, CEO de Volkswagen
Matthias Mueller, CEO de VolkswagenFRANCE PRESS

Los 11 millones de coches trucados que Volkswagen vendió eran solo la punta de un gran iceberg. Las revisiones efectuadas en diferentes países tras estallar el escándalo han demostrado que el fraude era mucho más extenso de lo que se creía. Otros treinta modelos de coches diésel presentan niveles de emisión de dióxido de nitrógeno en carretera muy superiores a los permitidos, y por supuesto, muy superiores a los que figuran en sus catálogos de venta. Todos ellos superaron en su momento las mediciones que la normativa exige para conceder las certificaciones previas a la comercialización.

La organización Transport and Environment, un grupo de presión que vela por la calidad del aire, se ha dedicado a recopilar los datos de las revisiones hechas por las diferentes autoridades reguladoras y ha publicado un informe, The Dirty Thirty, que detalla la lista de los 30 “modelos sucios”, entre los que figuran los coches más vendidos de las principales marcas. En la Unión Europea funciona un sistema por el que cuando un coche ha superado los controles y trámites para la aprobación en un país, esa autorización sirve para comercializarlo en el resto de países de la Unión. Los 30 sucios fueron aprobados en siete países europeos, entre los que se encuentran Alemania, Reino Unido y Francia, lo que plantea un serio interrogante sobre la calidad de los controles que se aplican. Demasiados fallos en demasiados países.

El análisis efectuado por Transport and Environment ha permitido descubrir que los fabricantes han utilizado para este fraude hasta tres sistemas diferentes destinados a lograr que los medidores de laboratorio no registraran el nivel real de emisiones del coche en circulación. Lo cual indica que la industria del automóvil ha “innovado” más en las técnicas de camuflaje que en las de reducción de emisiones. Y que ha recurrido a este fraude sin que ninguno de sus directivos tuviera el más mínimo cargo de conciencia a pesar de que está más que probado el daño que esa contaminación en concreto provoca en la salud. No es por capricho que se han establecido límites de emisiones. Pues bien, algunos de 30 sucios emitían hasta 10 veces el máximo de NO2 permitido.

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Conocida la dimensión del fraude, habrá que ver qué decisiones toman las autoridades comunitarias. Hasta ahora, los países responsables de esos controles no han tomado medida alguna. Volkswagen fue la primera en ser descubierta, y ha pagado su precio. Ha sufrido notables pérdidas en Bolsa, ha tenido que provisionar 16.200 millones para afrontar las posibles consecuencias y sus beneficios siguen cayendo. En el último trimestre, un 19,3%. Al menos parece haber aprendido la lección y ahora se propone superar la crisis con un giro radical: su nuevo plan estratégico prevé fabricar 30 nuevos modelos de coche eléctrico, de los que espera vender en 2025 entre dos y tres millones de unidades, el 25% de su producción. El diésel parece tener los días contados. Muerto el perro, muerta la rabia. Pero ¿y los coches que siguen contaminando más de lo permitido? ¿Se irán de rositas?

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