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Aburrirse tiene sus ventajas

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.ILUSTRACIÓN DE SONIA PULIDO

Papá, me aburro”. Si yo decía esto de pequeña, me contestaban, “pues cómprate un loro”. Mi estado de aburrimiento, al igual que el de millones de niños, no despertaba interés entre los adultos y eso azuzaba el ingenio y la creatividad. Podías seguir en la cama inventando historias, o empezar a jugar con lo que tuvieras a mano, pintar, escribir, hacer coreografías, disfrazarte, hacer de maestra, de masajista, de enfermera, de cocinera o de azafata… Lo que fuera, pero terminabas planeando algo.

Hoy en día en cuanto los niños reclaman atención se les presta. Y haciéndolo anulamos funciones mentales básicas que dejan de ejercitarse porque no se les da el tiempo que necesitan. Sabemos que una forma de cuidar el cerebro es entrenarlo a través de nuevos aprendizajes para que así esté más activo o para despertar la curiosidad, pero también se ha descubierto que no hacer nada, lo estimula y beneficia. Bharat Biswal, del colegio médico de Wisconsin pidió a un grupo de personas, durante una investigación con resonancia magnética, que no hicieran nada. Y sus estudios y todos los posteriores a él, arrojan conclusiones muy interesantes sobre lo estimulante que termina resultando estar en este estado.  

¿Es bueno aburrirse? ¿Por qué hay personas que se aburren más que otras? ¿Tiene beneficios no hacer nada? Resulta que no somos la única especie animal que se aburre. Así, que al igual que las emociones, el aburrimiento debe tener algo de funcional. Como relataba en mi experiencia personal, es un factor motivador. Nadie se las ingenia para realizar algo distinto sin un estímulo que excite su curiosidad. El hastío es uno de esos motores.

Peter Toohey, de la Universidad de Calgary, Canadá, argumenta que el aburrimiento puede protegernos de situaciones sociales infecciosas. Y que vivirlo puede llevarnos a evitar aquello que nos hace sentir mal, al igual que otras emociones nos ayudan a evitar peligros reales. Según el profesor Thomas Goetz, de la Universidad de Constanza, podemos reaccionar de cinco modos  diferentes ante él: con indiferencia, calibrando, buscando, de forma reactiva o con apatía. Para Goetz, la forma más dañina es la reactividad, ya que con ella las personas se sienten mal, se enojan y buscan desesperadamente conectarse para no estar aburridos. Y la respuesta más positiva frente a este estado sería la indiferencia, porque consigue que los sujetos sientan calma y relajación mientras dura.

No se debe confundir momentos de aburrimiento con un estilo de vida sin estímulos, porque sabemos que es fácil intentar buscar motivación en alternativas peligrosas como consumir drogas o alcohol o practicar actividades peligrosas para activar la adrenalina. En el caso de los más jóvenes, son los padres quienes deben estar atentos y preocuparse de que sus hijos se sientan incentivados: enseñarles aficiones variadas desde el deporte a la literatura, la música, el cine o el teatro, que despierten su interés por el conocimiento.

Cuando no hacemos nada nos sentimos mal porque interpretamos que perdemos el tiempo y nos desconectamos de la vida activa. Pero resulta difícil que la creatividad surja cuando el cerebro está ocupado pensando y resolviendo situaciones; requiere de un momento relajado, distendido, en el que nuestra visión en túnel no esté condicionada por algo que tenemos que buscar, por una decisión que tenemos que tomar o por un problema que debemos resolver. La creatividad es anárquica, desorganizada, un poco loca y genuina. Incluso recrear un ambiente desenfadado, divertido, colorido, con música, puede estimular al cerebro para ser más creativo. La mente necesita soltar lastre, quitarse la faja que le presiona con lo que debería pensar y resolver, para esparcirse por el caos, por el aburrimiento y dejar que todo vaya fluyendo. Se trata de desconectar de lo habitual, de la rutina, de lo pautado, de las directrices predecibles, para conectar con el interior y dejar pensar sin normas ni manipulaciones. Las mejores ideas surgen en momentos como estos.

Google es, por ejemplo, una de las empresas que decoran sus oficinas con estancias para el descanso para fomentar que la mente pueda vagar. Parte del tiempo de trabajo de sus empleados puede consistir en debatir o discurrir sobre temas ajenos a sus proyectos laborales. Y es en estos momentos en los que han surgido ideas brillantísimas para la compañía.

Otro dato interesante es que el aburrimiento como tal no es percibido como negativo por algunas personas. Lo que realmente le cuesta a la gente es dejar de pensar. Si no fíjense en cualquier situación social en la que hay gente esperando, como la parada del metro, una cola de un banco, una sala antes de entrar al médico: nadie no hace nada. Hay una obsesión por estar conectados con el exterior y desconectados con nuestro interior.

Conocemos los beneficios que la meditación y la focalización de la atención tienen sobre  nuestro equilibrio, serenidad y bienestar psicológico. Gran parte de esa quietud viene de dedicar un momento al día a la atención, a la contemplación. Cuando se empieza a practicar meditación suele costar centrarse en la respiración durante diez minutos, pero es una destreza que como todas necesita perseverancia y entrenamiento para adiestrarla y beneficiarse de ella.

A pesar de todo lo descrito hasta ahora, detestamos estar aburridos cuando el mayor peligro es no querer encontrarse en esa situación. Aceptemos el aburrimiento como algo natural y convirtámoslo en un aliado. Cuando nos sintamos aburridos pensemos que puede ser el momento de dejar vagar la mente para permitirle inventar ideas brillantes.

Consejos para aceptar el aburrimiento/

-Deje que sus hijos, empleados o familiares, se aburran. Sus tiempos no son los de los demás. Hable del aburrimiento con naturalidad, cuente qué beneficios tiene y anime a saber aprovecharlo./

-Dedique diez minutos al día a que el aburrimiento sea parte de su rutina y hábitos saludables. Si le preguntan qué hace, diga sencillamente que “aburrirse”, y que le place. Además, será muy divertido ver la reacción de los que le rodean./

-Aléjese de la sobrestimulación. Su cerebro no funciona de forma eficaz con la multitarea. La multitarea sirve en el mundo tecnológico pero no para el cerebro humano. Trate de hacer una sola cosa, es la mejor manera de ser rápido y eficaz./

-De descanso a los aparatos electrónicos. Puede apagarlos varias horas al día, así también apagará esa parte del cerebro que está sobrestimulada con ellos./

-Medite, visualice, rece, relájese, lo que le plazca, pero dedique tiempo a estar quieto pensando solo en lo que está haciendo en ese momento, sin más./

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