Las unidades de aorta que operan más 80 casos al año reducen las muertes
Un estudio mide el efecto de centralizar el tratamientos de patologías poco frecuentes
Los propios autores del trabajo admiten que se trata de "una demostración de Perogrullo", pero, en ciencia, hasta lo evidente hay que probarlo. Y es lo que han hecho en el Hospital Clínico de Madrid los equipos de Luis Maroto, jefe de Cirugía Cardiaca; Francisco Javier Serrano, de Cirugía Vascular, e Isidre Vilacosta, coordinador de Hospitalización en Cardiología del centro, y todos ellos componentes de la Unidad de Patología de la Aorta del hospital. En un estudio presentado en el último Congreso de Cirugía Vascular celebrado en Castellón analizaron los datos de sus mil últimas intervenciones de aorta, y la conclusión fue rotunda: si el equipo interdisciplinar opera más de 30 casos al año de problemas abdominales –los números no son una barrera estricta, claro–, la mortalidad baja de menos del 5% al 1,7% (o al 0,5% si se tienen en cuenta solo las intervenciones por endoscopia, que son menos agresivas aunque no siempre se pueden hacer), afirma Serrano. En el caso de la aorta ascendente, se ha disminuido la mortalidad a menos del 2% desde más del 10% haciendo de 50 a 100 casos por año, indica Maroto.
"Hemos visto una drástica reducción en mortalidad en cirugía aórtica que se deben a tres claves: la experiencia de los profesionales, el volumen de intervenciones y la interdisciplinariedad con que se trabaja", resume Vilacosta. El modelo de la cirugía aórtica es especialmente válido para esta conclusión, aunque hay multitud de patologías a los que se podría aplicar. En general, en todas las que sean poco frecuentes sin ser residuales o raras, y tengan cierta complicación, indica el médico.
La aorta es la mayor arteria del cuerpo, y se encarga de distribuir la sangre oxigenada que sale de los pulmones por todo el organismo. La incidencia de problemas (sobre todo aneurismas, que podrían explicarse como que "la gran tubería", que dice Vilacosta, esté dada de sí) es de 50 por cada millón de habitantes y año, lo que en España arroja unos 3.000 anuales. Son bastantes y tienen una gran importancia (representan la undécima causa de muerte en EE UU, donde se mide mucho más, o la octava dentro de las enfermedades cardiovasculares, indica Serrano), pero no son tan frecuentes como un cólico nefrítico o la necesidad de una prótesis de cadera.
Esta conjunción de baja frecuencia y alto riesgo la hace "paradigmática" de la necesidad de plantear unidades que actúen como centros de referencia. Es decir, de la conveniencia de agrupar a los enfermos en centros que adquieran esa experiencia (unas cien intervenciones al año para asegurar la calidad del trabajo), afirma Serrano. Justo lo que no se hace, añade Vilacosta. "Si en Madrid hay que hacer unas mil operaciones de aorta, lo lógico sería que estuvieran concentradas en dos o tres unidades", apunta Maroto.
Los médicos ponen como ejemplo de este abordaje erróneo las inauguraciones de nuevos hospitales en Madrid en los últimos ocho años. "Hay que explicarle al paciente que es preferible desplazarse 150 kilómetros para ser atendido en un centro con experiencia, que ir al hospital que está a cinco kilómetros pero que hace tres operaciones de aorta al año", apunta Serrano. "Está en juego la mortalidad", añade. "En una cirugía compleja, el procesos repetitivo hace que sea menos compleja porque se simplifica para el equipo", concluye.
Es otra manera de innovar sin necesidad de invertir en tecnología ni medicamentos: haciendo que sean auténticos especialistas los que intervengan.
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