Libros para comprender qué es el feminismo hoy
Obras que hacen un recorrido necesario por este movimiento social, desde Virginia Woolf al fenómeno 'queer'
Si una mujer de 1901 viajara en el tiempo a 2016, posiblemente no daría crédito a la vida personal y profesional de sus congéneres. Se asombraría al ver cómo votan, cómo ocupan puestos de responsabilidad o cómo la casa, el matrimonio y los hijos han dejado ser su única parcela de desarrollo. Es evidente que el feminismo de entonces no es el que se busca ahora. Pero hoy, ni siquiera nos ponemos de acuerdo en cómo debería ser.
Qué leer
Librotea, un recomendador de libros online de El País, que permite a los lectores compartir sus opiniones literarias y conocer las de críticos, cineastas pintores o escritores, ha elaborado una lista de obras útiles para entender el feminismo, entre los que se incluyen las siguientes:
El segundo sexo, de Simone de Beauvoir (Cátedra). Se basa fundamentalmente en el concepto de igualdad de derechos entre ambos sexos y en la ruptura de los estereotipos femeninos hasta entonces.
Solo para mujeres, de Marilyn French (Debolsillo). Un ensayo en el que se censura el matrimonio convencional a partir de testimonios de mujeres infelices en los años setenta.
Manifiesto Femen (Hoja de Lata). Reivindicaciones del movimiento FEMEN: una defensa de los derechos de las mujeres a partir del uso del cuerpo como arma política.
Cómo ser mujer, de Caitlin Moran (Anagrama). Una conjunción del feminismo 'punk', clásico y pop.
Una habitación propia, de Virginia Woolf (Austral). Ensayo que reivindica la independencia económica y personal de la mujer bajo la metáfora del cuarto propio.
Carol, de Patricia Highsmith (Anagrama). Una historia de amor de dos lesbianas que rompe con el concepto trágico del lesbianismo.
El cuaderno dorado, de Doris Lessing (Debolsillo). Una tesis basada en la libertad sexual de la mujer y en su derecho exclusivo sobre la maternidad.
La mística de la feminidad, de Betty Friedan (Cátedra). Cuestiona el concepto de la 'feminidad' convencional: matrimonio, hijos y cuidado destinado a la belleza.
Las vidas de las mujeres, de Alice Munro (Lumen). El feminismo como la ruptura con las fronteras a la que estaban circunscritas las mujeres: el hogar, la Iglesia, el matrimonio y los hijos.
El género en disputa, de Judith Butler (Paidós). Se pone en entredicho la inmutabilidad de los sexos y la heterosexualidad como norma.
La escritora Virginia Woolf fue una de las primeras en abordar la cuestión de la independencia económica y personal a través de su legendario ensayo Una habitación propia. Era el año 1928, Woolf procedía de una familia acomodada, blanca y occidental y reivindicaba un espacio para ella misma, y algunos de los derechos que sí tenían los hombres y estaban vetados para las mujeres (como beber vino).
En 1949 comienza un punto y aparte –que duraría hasta los años setenta–: muchas mujeres habían comenzado a trabajar en fábricas después de que la población masculina quedara mermada por la II Guerra Mundial; y Simone de Beauvoir sentó las bases de lo que se llamaría (aún hoy) feminismo de la igualdad con su ensayo El segundo sexo: todos somos iguales en derechos.
Tabúes que se derrumban
En los años ochenta y comienzos de los noventa aparecen las teorías queer, que reparan en la mutabilidad sexual: el sexo, por sí solo, no crea identidad. El feminismo se vuelve más flexible y busca nuevos retos con libros como el de Judith Butler (El género en disputa), en los que se adivinan nuevas nociones como el heteropatriarcado y la defensa del aborto que venían de años atrás.
Esta rama va creciendo en los años noventa hasta 2000 con libros como los de Virginie Despentes, que cuestionan por qué una mujer no puede prostituirse si quiere. Marca el comienzo del feminismo punk que defiende tabúes (como la fantasía de la violación) y rompe con todos los estereotipos. Este fue fuertemente respondido desde un feminismo que no concebía tales cuestiones como un ejercicio de libertad.
Y ¿qué es ser mujer hoy? ¿Debemos repensar la relación con los hombres? Esta pregunta que se hizo Caitlin Moran en su ensayo Cómo ser mujer (2013) creó una nueva etiqueta, la de feminismo pop, que abarcaría, como novedad, temas hasta ahora considerados una frivolidad como los piropos.
¿Somos (de verdad) iguales?
Las feministas clásicas nos dijeron que éramos iguales y conseguimos conquistas como cierta independencia. Y las feministas posmodernas y punk, que también le deben mucho a las antiguas, nos contaron que las mujeres eran dueñas de su cuerpo, mutable e intercambiable, y quitaron el lastre del marco femenino de buena chica madre y heterosexual. Este choque entre feminismo clásico y la posmodernidad es el que está originando diferentes posicionamientos que, llevados al extremo, han dado lugar a términos como feminazi o el oximorón mujer misógina. Está claro que el concepto está en permanente evolución y quizá ahora toque aprender de unas y de otras. Pero, pese a los avances, la mujer sigue en desventaja: todavía existe brecha salarial, la conciliación parece ciencia-ficción, y hay quien tilda de pescadera a una alcaldesa…
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