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OPINIÓN

Sacar a la luz a las ‘niñas invisibles’

La falta de datos sobre la situación real de las menores en muchas partes del mundo dificulta la búsqueda de soluciones

Niñas en Timor-Leste
Niñas en Timor-LesteGabriela-Leite Soares (Banco Mundial)
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Hay 100 millones de niñas en países de renta baja o media-baja que no saben ni leer una sola frase. No obstante, sabemos que con cada año de educación sus ingresos aumentan en más de un 10%. Mejorar la vida de las niñas beneficia a sus familias y a sus comunidades, y repercute fortaleciendo a todos los países y continentes.

Como apunta Concha López, directora general de Plan International España, invertir en las niñas es inteligente: “Las niñas de hoy son las mujeres del futuro, por eso invertir en su educación no es solo una cuestión de derechos, sino lo más inteligente para el desarrollo de las comunidades”.

En el último año, el mundo acordó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero sólo podrán lograrse si liberamos el poder de las niñas. Muchos de los objetivos que nos hemos propuesto dependen de la capacidad de las chicas para proteger su derecho a la educación, seguridad, salud e igualdad de condiciones. Sin embargo, la sombra en la que muchas veces transcurren sus vidas amenaza con minar nuestras posibilidades de conseguir el cambio que necesitamos. Las niñas son invisibles con demasiada frecuencia, no solamente en sus comunidades, sino también en las estadísticas que orientan las políticas.

Lo que sí sabemos revela verdades preocupantes. A este ritmo, en 2020 más de 140 millones de niñas se casarán antes de su cumplir 18 años. El matrimonio infantil y el embarazo adolescente limitan el acceso de las niñas a la educación, reduciendo su nivel adquisitivo de por vida. Por supuesto, existen consecuencias más inmediatas. Hoy mismo, alrededor de 830 mujeres morirán por complicaciones durante el embarazo o el parto. Casi todas ellas, en países en desarrollo. Es una cifra terrible, pero los números que nos faltan me preocupan de la misma forma. Por el momento, sabemos que las niñas de entre 15 y 19 años tienen el doble de posibilidades de morir a lo largo de su embarazo o en el parto que las mayores de esa edad, pero no sabemos cuántas niñas menores de 15 años se quedan embarazadas cada año.

El problema de los datos es aún más profundo: 230 millones de niños menores de 5 años en todo el mundo no tienen certificado de nacimiento y ven negado su derecho a una identidad legal, ya que más de un centenar de países carece de sistemas de registro adecuados para los acontecimientos clave de la vida, incluidos los nacimientos y los matrimonios. Hasta que no podamos contabilizar los casos, las oportunidades de transformar la posición de las niñas se desvanecen.

Dando voz a las niñas se pueden superar muchos de los retos a los que se enfrentan

Y no se trata simplemente de que las cosas sencillas de contar no se cuenten. Sabemos seguro que un transporte público asequible es crucial para la independencia de las niñas, para su acceso a la educación, a la salud y a otros servicios importantes. Pero mientras no podamos contabilizar el número de autobuses disponibles en la ciudad, no podemos considerar si las niñas se sienten suficientemente seguras para utilizarlos.

Las niñas son por tanto víctimas de una doble humillación: la marginación de sus vidas está acentuada por su invisibilidad. Si tomamos en serio los ODS, debemos estar seguros de que los indicadores y formas de medición que ponemos en práctica están a la altura de la misión, y que las especificidades de la vida de las niñas se reflejan, porque las niñas invisibles son las que más fácilmente pueden quedarse atrás.

Claro que, si les diéramos la oportunidad, ellas serían más capaces de hacerse visibles. En Nueva Delhi, por ejemplo, el 96% de las adolescentes nos dicen que no se sienten seguras en los espacios públicos. Una de ellas, Meera (17 años) tiene que soportar acosos constantes de camino a la escuela. Pero, animada por un evento sobre los espacios públicos y las niñas, Meera se involucró en la iniciativa Ciudades seguras, dentro de la campaña de Plan International Por ser niña.

Tras presentar su caso directamente al gobierno local, se ha instalado iluminación y cámaras de vigilancia, guardias de seguridad vigilan las zonas alrededor de las escuelas locales y los líderes locales están dando pasos para mejorar la seguridad de las chicas del barrio. Ella ha animado a su padre, conductor de rickshaw, a comprometerse también y ahora aconseja a otros conductores sobre la seguridad de las pasajeras. Dando voz a las niñas, muchos de los retos a los que se enfrentan pueden ser superados. Dándoles un papel participativo, aceleramos el cambio, y  nos aseguramos de que sus necesidades son abordadas de manera efectiva.

El movimiento a favor de los derechos de las niñas es amplio, y uno en los que más urge avanzar. Se ha reconocido su importancia a la hora de redactar los ODS pero además se extiende por toda la sociedad civil en general: pensad en la respuesta a las violaciones en India o en la campaña #BringBackOurGirls. Debemos movilizarnos para asegurar que los gobiernos recopilan, desglosan y utilizan los datos de manera inteligente —incluyendo métodos innovadores— para que la vida de las niñas no se pierda entre las cifras.

Los objetivos globales constituyen una plataforma para el progreso si tenemos la voluntad y la energía para usarla. La brecha entre donde estamos y donde queremos estar sigue siendo desalentadora. Pero no imposible. Sabemos que el 88% de las niñas creen que tienen más oportunidades de las que tuvieron sus madres, por lo que el progreso es posible. Pero si para progresar hay que transformarse, desde luego necesitamos sacar a la luz a las niñas invisibles.

Anne-Birgitte Albrectsen es consejera delegada de Plan International.

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