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Coordinado por Lola Huete Machado

Prostitutas chinas invaden África

Foto pilotafrica
Foto pilotafrica

Miles de prostitutas chinas se han unido a la lucha por el reparto de las riquezas de África. Se calcula que hay entre 13.500 y 18.500 trabajadoras del sexo ofreciendo sus servicios en África susahariana. Esto es lo que revela un estudio sobre los nuevos modelos de inmigración realizado por el profesor Basile Ndjio y del que se hace eco la revista Quartz Africa

En los últimos años, China se ha convertido en el principal socio comercial de África, superando a Estados Unidos. El país asiático está invirtiendo fuertemente en infraestructuras, manufacturas, agricultura y minería entre otros muchos campos en toda la región. Esta evidencia contradice el mito de que China está en África solo por sus recursos naturales. Lo está, pero no mucho más que Occidente, y además está diversificando grandemente sus inversiones.

Es difícil conocer las cifras exactas de las inversiones chinas en África, pero según el ministerio chino de comercio, el flujo de inversiones directas chinas  se habría multiplicado por ocho entre el año 2005 y el 2014, hasta alcanzar los 3.200 millones de dólares. 

El interés de los chinos por África no es solo económico, también el turismo proveniente de aquel país ha aumentado considerablemente en el continente a lo largo de los últimos años. Según fuentes chinas 2,69 millones de chinos visitaron África en 2014, siendo muchos más que los que optaron por viajar a America, por ejemplo; esta cifra representa un incremento del 93,2% con respecto al año anterior. 

A todo esto hay que añadir el desembarco de las prostitutas chinas. No se trata de un fenómeno nuevo. Ya desde hace mucho tiempo operan en diversos países africanos, donde son famosas las partes de atrás de muchos restaurantes y casinos chinos de distintas ciudades del continente. Sin embargo, parece que ahora está alcanzado unas proporciones que nunca antes había tenido. Así, al menos se desprende del estudio de Basile Ndjio, que es profesor de antropología en la Universidad de Douala, en Camerún, e investigador de Instituto de estudios avanzados de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, que ha investigado los modelos de migración de las trabajadoras del sexo chinas en Camerún, Nigeria y Ghana.

Según Quartz Africa, Ndjio fue consciente del fenómeno por primera vez cuando trabajaba como crupier en un casino en Camerún, mientras estudiaba en la universidad. Allí, en la mesa de blackjack y poker, mientras repartía cartas a los jugadores chinos, conoció el mundo de las “beauté de Shanghai”, como se las conoce en su país, y descifró los códigos utilizados por los jugadores para demandar servicios sexuales: “alivio del estrés”, “descanso” o “acupuntura”. Los clientes eran dirigidos a la parte trasera de los restaurantes, hoteles o otros establecimientos regentados por chinos.

En los últimos años, también han proliferado los salones de masajes y burdeles por distintas ciudades africanas, para completar la oferta de sexo tanto para la población local como para los miles de chinos que habitan en el continente.

La pregunta que nos surge al conocer las cifras de las trabajadoras del sexo chinas que se han instalado en África subsahariana es si realmente hay tanta demanda de ellas. Parece que Ndjio apunta a que el fenómeno de la migración de estas trabajadoras chinas se debe al creciente poder de adquisición que experimenta la clase media africana. 

A pesar de las controversias sobre el verdadero poder y extensión de este segmento de la sociedad sí es verdad que cada vez es mayor la población de África subsahariana que demanda bienes y servicios y que cada vez hay más dinero para adquirir bienes importados: electrodomésticos, ropa o, por qué no, sexo.

Antes de este estudio, Njido ya había publicado varios libros y artículos sobre este tema donde explicaba que las primeras prostitutas chinas desembarcaron en África durante la guerra fría sirviendo exclusivamente a trabajadores chinos que trabajaban en los proyectos financiados por su país.

En una segunda fase, que comenzaría en los primeros años de este siglo, y en la que ahora nos encontramos, las profesionales del sexo chinas se unieron a la invasión de productos y servicios chinos baratos en África y empezaron a ofrecer sus servicios a la población local. Según el autor, en Camerún, las prostitutas chinas compiten ahora con las locales en un espectro de tarifas que pueden ir desde los 50 dólares en los burdeles de lujo a mil francos cfa (1,50 euros) en las calles.

Ndjio también comenta que al igual que los criadores de pollos de zambia y los vendedores de ropa en Lesotho se quejan del más de un millón de trabajadores chinos que se han establecido en el continente desde 2001, las prostitutas locales protestan porque mujeres exóticas vendan sexo a precios muy bajos, contra lo que no pueden competir.

Ya en 2008, la revista le Jeune Afrique se hacía eco de este fenómeno en las calles de Doula y hablaba de una guerra de sexo: “en bares, restaurantes o discotecas, la ofensiva de los chinos gana a la iniciativa del país. Y trastorna el mercado de la prostitución local con precios que son inmejorables. Al igual que en muchos otros sectores”. 

Ya entonces se hablaba de una guerra de sexo entre las prostitutas locales y las llegadas de China, a las que las camerunesas llamaban putes sorcières (putas brujas) mientras que apelaban al patriotismo de sus clientes a la hora de reclamar servicios sexuales. A veces la disputa no se queda en meras palabras e insultos sino que se vuelve violenta. 

Cabe preguntarse si el desembarco de estas trabajadoras del sexo procedentes de China en África es voluntario. El periódico News China, hablando de prostitución china en Angola, explica que la mayoría de las mujeres que la ejercen son traficaras por mafias.

En su estudio, Ndjio ha encontrado que la mayoría de las profesionales del sexo chinas son mujeres de procedencia rural que se desplazan al extranjero bajo la promesa de trabajar como camareras o secretarias y cuando llegan al país de destino son obligadas a prostituirse para reembolsar los gastos del viaje. También señala la curiosidad de que muchas de estas mujeres cuando son liberadas por la policía, prefieren quedarse en África. De hecho se encuentran noticias de este tipo en varios países.

Comenta Ndjiio que independientemente de las circunstancias de su llegada, lo que si están consiguiendo las prostitutas chinas es cambiar los patrones de belleza, al menos en Camerún. “Las chicas van a los salones de belleza con fotos de modelos chinos y dicen ‘quiero parecerme a ella” explica Ndjio a Quartz Africa. “Tener un aspecto chino es un cumplido”.

 

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