Psiquiatría, sí, pero ¿cómo?
El debate en torno al uso de los psicofármacos recorre el mundo de la psiquiatría
La publicación de una entrevista al periodista de investigación Robert Whitaker en las páginas del suplemento Ideas hace dos semanas ha reabierto varios debates que recorren el mundo de la psiquiatría. ¿Se han apoyado demasiado los profesionales de esta disciplina en la prescripción de psicofármacos en los últimos años? ¿Debería la asistencia a personas con desequilibrios mentales ser complementada con el conocimiento y el trabajo que se desarrolla en otros terrenos para ser más eficaz? ¿Hay que avanzar en la reflexión sobre los derechos de los pacientes?
“La psiquiatría está en crisis”, decía Whitaker, en la entrevista publicada el pasado 17 de febrero. En ella, el periodista norteamericano, finalista en el Premio Pulitzer al Servicio Público por sus artículos de investigación en el Boston Globe, sostenía que esta disciplina ha difundido una historia falsa diciendo que la esquizofrenia y la depresión tienen una causa biológica y que el problema se podía curar con psicofármacos. Invitaba a una reflexión sobre esta cuestión a la luz del aumento del número de enfermos y de la duración de los tratamientos (matizando que hay pacientes para los que la medicación es necesaria y eficaz).
El debate está vivo y las cartas enviadas al suplemento Ideas se pueden leer al final de esta noticia.
La respuesta no tardó en llegar. Y se publicó también en este suplemento, el pasado 14 de febrero. Miguel Gutiérrez Fraile, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y catedrático de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco, cargaba contra la entrevista publicada y reivindicaba el papel desempeñado por los psicofármacos para dignificar la vida de los pacientes con trastornos graves, antes recluidos en sanatorios. Defendía que el uso de fármacos ha aumentado como en otras disciplinas médicas y que el aumento bruto de trastornos mentales en los últimos 40 años con toda probabilidad no es distinto porcentualmente al del de, por ejemplo, el cáncer de páncreas.
El psiquiatra Manuel Desviat critica la excesiva presencia de los laboratorios farmacéuticos en la formación de los profesionales
Pues bien, esta semana, llegaban a la redacción del suplemento Ideas tres nuevas cartas: dos de ellas, contestando la visión transmitida por Gutiérrez Fraile y una tercera centrada en pedir que se piense en los enfermos. Mikel Munarriz Ferrandis, presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, celebra que se haya abierto el debate y aboga por la autocrítica. Sostiene que los psicofármacos son imprescindibles como apoyo, pero que no son la solución y asume que resulta llamativo que se hayan obtenido tan pocos resultados en los últimos 50 años de tratamientos farmacológicos y psicológicos. Invita, por tanto, a que la psiquiatría pierda el miedo a nuevos enfoques y se abra a los saberes de otras ramas del conocimiento.
En esta idea incide la carta enviada por Nel A. González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España, que también celebra que se produzca el debate. Esta organización que agrupa a 300 entidades y asociaciones de personas con trastorno mental y familiares aboga por abordar reformas estructurales en la asistencia a los enfermos con una intervención, coordinada y en igualdad de condiciones, de profesionales de distintas disciplinas (psiquiatría, psicología, enfermería, trabajo y educación social, terapia ocupacional, integración laboral) .
Por su parte, Manuel Desviat, psiquiatra que ha sido presidente de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, insiste en la idea de que los psicofármacos son herramientas auxiliares, muchas veces útiles, como pueden ser los análisis clínicos, pero que no son la esencia de la atención a los enfermos. Y cierra su carta criticando la excesiva presencia de los laboratorios farmacéuticos en la formación de los profesionales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.