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Entrevista a bert metz

“Las inversiones contra el cambio climático no se pueden supervisar”

El experto en el calentamiento global advierte de que los próximos cinco años serán clave para que los países cumplan con la reducción de emisiones que prometieron en la Cumbre del Clima de París

Bert Metz (derecha) se dirige al público durante el debate Climate futures: the road after Paris.
Bert Metz (derecha) se dirige al público durante el debate Climate futures: the road after Paris.CADS
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La Cumbre del Clima de París sienta un ambicioso precedente en la lucha contra el calentamiento global. No solo por el número de países implicados —195, buena parte del planeta—. También porque plantea contener el aumento de la temperatura global a dos grados. Un objetivo ambicioso, a juicio de Bert Metz, excopresidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas. Este experto cree que para conseguirlo aún hay que superar varios escollos. Entre ellos la falta de información sobre qué políticas funcionan mejor; y datos para saber si los países cumplen con sus compromisos. Metz (Holanda, 1945), quien lideró la delegación de su país en las negociación del protocolo de Kioto, trabaja como investigador de la Fundació Europea contra el Cambio Climático, una organización internacional dedicada a promover políticas de reducción de emisiones en Europa. Atiende a este diario en Barcelona, al cierre del debate Climate Futures: The road after Paris, organizado por el Centro de Barcelona para los Asuntos Internacionales y el Consejo Asesor para el Desarrollo Sostenible del Gobierno de Cataluña (CADS).

Pregunta. ¿Cómo se puede supervisar que los fondos prometidos por los países desarrollados ayuden a las economías en desarrollo en la transición hacia una economía baja en emisiones?

Respuesta. No hay mecanismos para supervisar el flujo global de inversiones. Hay distintos tipos de sistemas para dirigirlas. El Banco Mundial intenta hacer un seguimiento, y en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático hay un comité que debe publicar cada dos años informes sobre la financiación de los proyectos para hacer frente al cambio climático. Hay fondos de pensiones que están invirtiendo en las energías renovables, así que muchas cosas están pasando, pero es difícil obtener una imagen completa.

P. ¿Qué hace falta para mejorar la supervisión?
Si no se toman acciones, es de esperar un aumento de 3,5 grados para final de siglo
R. Este podría el papel del comité de la Convención Marco que mencioné. Tal vez su mandato se podría expandir para obtener una imagen global. Pero esto solo pasará si hay suficiente información para hacer un seguimiento de las inversiones privadas. Y no es fácil conseguirla, así que hay mucha incertidumbre.
P. ¿Qué estrategias están desarrollando los países para hacer frente al calentamiento global?
R. Dado que los objetivos propuestos son ambiciosos, hay que hacer todo tipo de acciones, no solo una. Si los Estados se centran en solo un tipo, fallarán. Deben incluir en sus esfuerzos la energía, la gestión del transporte y la agricultura, todo. Lo que pasa es que muchos están reinventando la rueda [no hacen los esfuerzos necesarios]. Organizaciones como la Agencia Internacional de las Energías Renovables publican información sobre aquello que funciona mejor, para que los países puedan aprender. Pero es información fragmentada, no hay un solo sitio al que acudir en busca de ejemplos. No hay un solo plan. En la Unión Europea hay mecanismos para informar de los avances en cada país, pero en el resto del mundo no hay nada como esto.
P. ¿Afectará la política interna al compromiso de los países?
R. Hay mecanismos de revisión cada cinco años, y también está el compromiso de que no pueden retroceder, aunque hay que verlo funcionar en la práctica. En 2018 habrá un primer momento en que las partes se reunirán para informar de lo que han hecho, con la idea de que la revisión del acuerdo de 2020 permita reforzar los planes [de los países]. Para 2030 habrá otro encuentro, y los participantes deberán comparar lo que han hecho [y preparar la siguiente etapa]. Así que la reunión de 2018 es importante para ver si hay la posibilidad de avanzar. Porque si esto no sucede las perspectivas no son buenas. Si no se toman acciones, es de esperar un aumento de 3,5 grados para final de siglo. Y hay una ventana de oportunidad pequeña. Los próximos cinco años son importantes, y los cinco siguientes también. Más allá se puede hacer poco [porque no será posible contener el aumento hasta los dos grados].
La reunión de 2018 [en la que los países mostraran sus avances] es importante para ver si hay posibilidad de avanzar
P. El encuentro de 2018 parece tan importante como el acuerdo de París.
R. Sí, la implementación es más importante. Y el encuentro de 2018 podría no contar con el mismo número de Estados. Esto, probablemente, no se repetirá. Tal vez sí en 2020, cuando todo el proceso empiece de nuevo y las partes muestren su compromiso. Mantener la tensión es fundamental.
P. ¿Los Estados mantendrán su palabra si los grandes emisores no ofrecen avances en los próximos dos años?
R. Necesitamos un mecanismo para informar de los avances, pero hay que trabajarlo. Mientras tanto la sociedad civil debe actuar y supervisar la aplicación de los compromisos de cada país. Son actores que informarán a la población si los Gobiernos no están cumpliendo con aquello que prometieron. Será importante que la ciudadanía cuente con información y pueda señalar a quienes no hagan su parte.
P. ¿Qué espera de la Unión Europea? Algunos Estados miembro, como Polonia, plantean resistencia [y apoyan la industria del carbón].
R. Polonia es, probablemente, el país más problemático. No desean ir más allá del objetivo del 40% de reducción de emisiones para 2030. La única alternativa es que el resto de países lo hagan. Los últimos informes dijeron que en 2020 la Unión Europea recortaría en un 24,25% frente a los niveles de 1990, más de lo prometido para este año. Así que también será posible en 2030. Esto se podrá conseguir con nueva legislación sobre fuentes renovables y eficiencia energética. Para 2050 la UE se plantea recortarlas entre el 80% y el 95%, pero a la práctica la mayor parte de los países se plantean un objetivo del 80%. Lo que sería lógico sería buscar un objetivo del 95%.

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