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La Emily Dickinson del Bronx

Entre la fe y la literatura discurren los ‘Cuentos reunidos’ de Cynthia Ozick

Cynthia Ozick en 2011.
Cynthia Ozick en 2011.Tim Knox (Eyevine / Contacto )

Una lengua contiene el mundo que se ve y el que no se ve. Cuando desaparece, se lleva consigo mucho más que un modo de vida. De esto último habla en sus relatos Cynthia Ozick, también conocida como la Emily Dickinson del Bronx y a quien un ilustre muerto, que sigue muy vivo sin necesidad de su cuerpo, David Foster Wallace, definió como uno de los grandes escritores de Estados Unidos. Ozick es heredera del Holocausto, heredera de la tradición europea judía, admiradora de Henry James, apasionada de la literatura. En sus cuentos habitan viejos supervivientes del Holocausto que luchan por adaptarse a la sociedad norteamericana sin sacrificar una visión de la existencia, la suya, que sobrevive en el yidis. Ese mundo, a punto de desaparecer, aún late débilmente en sus bocas. Solo el yidis, que se hablaba en las comunidades judías del centro y del este europeo, es capaz de mantener la vida de lo que agoniza. Esta lengua milenaria pasó de tener 13 millones de hablantes en 1930 a 3 millones en 2005. Si también desapareciera, qué sentido tendrían entonces tantas muertes, tanto sufrimiento… Ozick plantea estas y otras cuestiones en obras de ficción hermosamente escritas. Lumen acaba de publicar sus Cuentos reunidos. Recomiendo a quien no la haya leído que antes abra un breve volumen, El chal (Montesinos), dos relatos relacionados que permanecerán en su memoria como el resplandor del relámpago tras los párpados del aterrorizado y fascinado espectador.

Cynthia Ozick, con una larga y premiada carrera literaria, tiene 87 años. Bendito sea el vasto océano de la literatura que, a menudo, trae a la playa libros y autores de los que no teníamos ninguna noticia. Al fin y al cabo, el sol que contemplamos durante el día o las estrellas que nos iluminan por la noche son imágenes de otro tiempo ya pasado. De esa extraña y extravagante concordancia cósmica ya hablaba Borges cuando decía que al universo otros lo llaman biblioteca.

Últimos testigos

Un rabino pagano y romántico que se enamora del espíritu de un árbol abre Cuentos reunidos, de Cynthia Ozick, que se cierra con una historia sobre dos gigantes de la literatura: Henry James y Joseph Conrad, que fueron amigos y grandes admiradores de sus respectivas obras. Entre la fe y la literatura, que es otra forma de religión, discurren los 19 relatos de este volumen.

elpaissemanal@elpais.es 

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