Condescendencia insoportable
Podemos hacernos una idea del fondo de armario de Dios estudiando el de su representante
He aquí a Francisco I, embutido en su torpe aliño indumentario, y rezando sobre un humilde trono cuyos dorados hacen juego con el conjunto. Acaba de autorizar a los sacerdotes de la Iglesia a perdonar el pecado del aborto a las mujeres que confiesen haberlo practicado a lo largo del conocido como Jubileo de la Misericordia, que se extenderá desde el próximo 8 de diciembre hasta el 20 de noviembre de 2016. Releo lo anterior y compruebo que me he expresado de manera confusa. No es preciso que hayan abortado entre esas fechas, sino que lo confiesen en el periodo comprendido entre las mismas. El lenguaje burocrático lo complica todo. Personalmente, todavía soy incapaz de acertar a la primera con los formularios que te dan en el avión cuando viajas al extranjero, el mismo que muchas de estas mujeres tuvieron que rellenar porque el aborto, en su país, estaba castigado con penas durísimas.
Las que lleguen al confesionario cinco minutos antes de que empiece el Jubileo tendrán que esperar. En cuanto a las que lleguen después, aunque sea un minuto, seguirán inculpadas, suponemos, y se irán al infierno, donde no tenemos ni idea de cómo las recibirá el diablo. Podemos hacernos una idea del fondo de armario de Dios estudiando el de su representante, pero Luzbel no aparece en las páginas de moda con la frecuencia del antecesor de Francisco, famoso por sus zapatos rojos de piel de cabritilla. Pero a lo que íbamos era a que lo de amnistiar a las mujeres desde una institución patriarcal seriamente oxidada tiene toda la pinta de ser un gesto de condescendencia insoportable.
elpaissemanal@elpais.es
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.