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Las sombras de la píldora rosa

El 'viagra' femenino tiene una larga lista de contraindicaciones y sirve para paliar una disfunción sexual de la que algunos dudan

Silvia Ayuso

La aprobación en Estados Unidos de Addyi, el primer viagra femenino, ha llegado acompañada de polémica. De un lado porque no es, estrictamente hablando, un viagra para las mujeres: al igual que los antidepresivos, en los que esta nueva píldora tiene su origen, actúa sobre químicos en el cerebro y no para activar flujos sanguíneos, por lo que requiere un tratamiento continuado, no puntual, en el que la larga lista contraindicaciones podrían llegar a pesar más que los supuestos beneficios.

De hecho, entre la larga lista de contraindicaciones que acompaña al medicamento, está la fuerte advertencia en contra de tomar esta píldora con alcohol. Entre los efectos secundarios están hipotensión y hasta posibles desmayos. La propia Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), que dio el martes su visto bueno a Addyi, ha subrayado la importancia de que tanto pacientes como médicos -no se puede adquirir sin receta- "comprendan totalmente los riesgos asociados" a su uso.

Además, algunos expertos cuestionan la necesidad misma de esta píldora. Su objetivo es tratar el descenso de la libido en las mujeres. Pero no cualquier caída del deseo sexual femenino, sino específicamente el trastorno de deseo sexual hipoactivo (TDSH) en mujeres premenopáusicas. El TDSH se define como la “deficiencia o ausencia de fantasías y deseo de actividad sexual que causa una marcada angustia o dificultad en el trato interpersonal”. Una disfunción sexual cuya existencia ponen en duda algunos expertos.

El laboratorio norteamericano Sprout Pharmaceuticals está detrás de este medicamento considerado, pese a todo, revolucionario por ser el primero del ramo diseñado solo para mujeres y para aumentar el deseo sexual. El producto estará a la venta en Estados Unidos a partir de mediados de octubre, con un precio todavía no especificado.

Aunque el laboratorio ya ha iniciado “conversaciones” con Canadá y algunos países de Europa, los responsables de la comercialización de Addyi dijeron este miércoles que no hay fecha aún para su distribución fuera de EE UU.

La aprobación por parte de la FDA del viagra femenino era algo esperado. Un grupo de expertos ya emitió una recomendación emitiendo su visto bueno en junio.

Sin embargo, los que critican este paso recuerdan que la FDA rechazó en dos ocasiones anteriores el compuesto (en 2010 y en 2013), después de que otros paneles de asesoramiento concluyeran que había dudas sobre su seguridad, y porque no consideraba que hubiera pruebas suficientes que demostraran que el fármaco es eficaz para las mujeres con poco apetito sexual. Los detractores de Addyi sostienen que la FDA ha cedido ahora a las presiones de una industria farmacéutica que en este caso, dicen, ha usado un falso argumento feminista para comercializar un producto de dudosa eficacia para una disfunción no menos cuestionada.

La 'rareza' del deseo

“Hace solo 150 años los médicos nos decían que si teníamos un deseo (sexual) frecuente nos pasaba algo raro. Ahora, si no tenemos deseo es cuando nos pasa algo raro", dijo tras la decisión de los expertos en junio la socióloga Thea Cacchioni, quien ha testificado en contra de la comercialización de flibanserina ante la FDA.

Responsables de Sprout subrayaron este miércoles en una teleconferencia que Addyi está diseñado solo para mujeres que hayan sido diagnosticadas con TDSH, no para aquellas que por otros motivos como estrés o cansancio hayan perdido interés por el sexo. “El 90 % de las mujeres no tienen TDSH”, dijo la doctora Anita Clayton, que asesora al laboratorio. Para la mayoría de mujeres con un reducido deseo sexual basta con que acudan a psicoterapia o se planteen cambios en sus modos de vida, señaló.

Grupos de presión como Even the Score, una organización paraguas de 26 asociaciones que reclama un trato igualitario para los problemas de disfunción sexual femenina, celebró la aprobación del medicamento como un “avance para las mujeres”. Los detractores de Addyi contraatacan recordando que esta agrupación está financiada, en gran parte, por el laboratorio que comercializará la viagra femenina.

Como una "mezcla de política, ciencia y dinero" ha descrito el proceso la psicóloga y terapeuta Leonore Tiefer, una de las más críticas con la aprobación de Addyi, una píldora que considera "poco segura y que ni siquiera funciona". Ella es una de los 200 investigadores y terapeutas que le pidieron a la FDA en una carta el mes pasado que no aprobara este medicamento debido al desequilibrio entre sus supuestos beneficios y las contraindicaciones.

"Los daños y el estrecho margen de seguridad de la flibanserina pueden ser aceptables en un medicamento para el cáncer, pero son completamente inaceptables en una medicina que se dará a mujeres sanas por una condición médica cuestionable. Una libido baja puede ser tratada de forma eficiente con terapia", subrayaron en su misiva, elaborada por PharmedOut, una organización de la Universidad de Georgetown de Washington que revisa prácticas en el mercado farmacéutico. Según los firmantes de la carta, la aprobación -ahora consumada- de Addyi "enviará un mensaje a la industria de que presionar a la FDA mediante campañas de relaciones públicas puede lograr que se apruebe un medicamento".

Por el contrario, organizaciones como la Liga Nacional de Consumidores -que por otra parte también forma parte de Even the Score- han valorado la decisión de la FDA. Para su directora, Sally Greenberg, se trata del “mayor avance en la salud sexual de la mujer desde la llegada de la píldora anticonceptiva”. Según dijo, la aprobación de esta terapia es crucial porque “valida o legitima la sexualidad femenina como un importante componente de salud” y reconoce también que el TDSH “no es solo un problema psicológico o un reflejo de la presión cultural sobre las mujeres, sino una condición biológica que puede ser tratada con una medicación efectiva”.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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