La vida en un instante

Es un instante. El paje de la Cruz, que abre este reportaje, desafía a la cámara con la boca abierta. Es tan intenso que uno siente el impulso de darle al play, como si fuera un vídeo, para saber si el chiquillo grita porque no le gusta vestirse como una niña o se deshace en un bostezo de puro aburrimiento. El espectador no puede dejar de mirar el óvalo que el niño forma con sus labios y el resto de adultos que celebran las fiestas patronales en Abanilla (Murcia) se ven relegados a un segundo plano. ¿Grito o bostezo? En cualquier caso, la mueca se repite como un mantra en las fotografías de Cristina García Rodero.

La artista congela este gesto en todas las instantáneas de su exposición Con la boca abierta, pero en ninguna de ellas parece decir lo mismo. Nada tiene que ver la expresión del paje con, por ejemplo, la del niño que observa embobado la voluptuosidad de un pecho de piedra. Su mandíbula se relaja sin tensar ningún múscu­lo, casi como en un reflejo de su pasado lactante. Son expresiones distintas, pero en ambos casos es el momento exacto que le permite a la fotógrafa, según sus palabras, “hablar de la vida”.

Pero hay más fondo que la negrura de una boca abierta en la obra de García Rodero, que aprieta el botón de su cámara con la sensibilidad de un antropólogo. Se regodea en la esencia de las fiestas populares, en esa pátina que cubre los rituales festivos y que, por supuesto, deja a más de uno con la boca abierta.

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