No somos nada
El talento de la fotógrafa no ha sido sacar a Miller, sino al cualquiera que llevaba dentro
Hay retratos que funcionan independientemente de la persona retratada, que en el caso de hoy es Arthur Miller, autor de Muerte de un viajante o Todos eran mis hijos, además de marido aleatorio de Marilyn Monroe. Pero funcionaría igual si se tratara de un tipo cualquiera. Usted abre el periódico, tropieza con esta imagen y se detiene unos segundos. Quizá, después de pasar la página, vuelva sobre sus pasos para leer el pie de foto, que podría decir algo así: “Un tipo cualquiera, en su casa, anotando los gastos del mes (quizá haciendo la lista de la compra) con su hijo en brazos”. En los periódicos hay una ausencia escandalosa de cualquieras, por eso se agradece cuando sacan a uno.
Arthur Miller, aquí, es cualquiera porque su jersey es el de cualquiera, su camisa es la de cualquiera, sus gafas son las de cualquiera, su actitud es la de cualquiera, su hijo es el de cualquiera. El talento de la fotógrafa (Inge Morath) no ha sido sacar a Miller, sino al cualquiera que llevaba dentro. Significa que el escritor atravesaba por momentos en los que no era nadie, que es lo normal, no ser nadie. No somos nadie, nada, pero pocas veces lo vemos reflejado con la calidad que se aprecia en esta instantánea. Ya ven, hoy no se ha afeitado, tal vez ayer tampoco, el pelo de la cabeza comienza a ralear, a dispersarse. Envejece. De no saber que el niño es su hijo, lo habríamos tomado por su nieto. Lo bueno de las fotografías inteligentes es que fingiendo mostrarnos una cosa nos muestran otra. Este Miller podríamos ser usted o yo. Incluso podríamos ser el niño. O sea, nadie, nada.
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