Un vacío sentimental
Pedro Sánchez es un calco de maneras que ya han funcionado con éxito y que permanecen fosilizadas en el cerebro de reptil del votante medio
Para símbolo, el señor pequeño que aparece en la parte inferior de la imagen. Un símbolo del desconcierto. Ha salido a pillar votos como el que sale a pescar y no sabe si colocarse allí o aquí. Aquí se ven muchos pescadores, lo que significa que hay pesca, y allí no se ve ninguno, lo que quiere decir que no hay competencia. Lo ideal sería tener una caña en cada sitio, pero como eso no puede ser, se elige y punto. Unos eligen a cara o cruz, y otros, a caradura y cruz. Significa que la decisión no está apoyada en ninguna certidumbre de carácter estético, político o moral: solo en intuiciones estadísticas. Si la mercadotecnia hubiera aconsejado colocar la bandera de El Corte Inglés, la forma sería distinta, pero el fondo, idéntico.
Pedro Sánchez es un calco de maneras que ya han funcionado con éxito y que permanecen fosilizadas en el cerebro de reptil del votante medio. Físicamente hablando, representa un estereotipo que le sirve de modelo espiritual. Vamos a ver, ¿tengo o no tengo un aire kennedyano?, se pregunta. Lo tengo, eso no se puede negar, pues aprovechémoslo. Y es lo que lleva haciendo desde su ascenso, a veces hasta el paroxismo, que según el DRAE es la exaltación máxima y violenta de un sentimiento o una pasión. Lo que no aclara el diccionario es que hay pasiones y sentimientos de cartón piedra, de atrezo, por expresarlo en términos teatrales. Podríamos decir que cuanto más hinchada es la retórica, mayor es el vacío sentimental. En otras palabras: que en el fondo solo hay forma, de ahí que del acto en cuestión apenas haya quedado esta fotografía.
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