La materia de la que se hacen los hombres
Kukulkán y Tepeu, dioses de la religión maya, crearon humanos de barro y madera, pero el prototipo final estaba hecho de maíz
Una de las obras más conocidas del premio Nobel de Literatura guatemalteco Miguel Ángel Asturias es Hombres de maíz. El título hace referencia al mito de la creación del hombre por parte de los dioses mayas tal y como está contado en el Popol Vuh o libro de la comunidad. Todo se origina por dos dioses aburridos, Kukulkán y Tepeu, que se plantearon crear seres para que les adoraran y poco más. Es lo que tienen los dioses, si no les adora nadie, parece que lucen menos.
Para empezar separaron la tierra y el mar y crearon toda la vegetación, tanto la silvestre como la que podía cultivarse para dar de comer. Luego crearon a los animales. Aquí comenzaron los problemas. Cuando se hizo la hora de adorarles, solo emitieron sonidos ininteligibles, por lo que se enfadaron y les condenaron a alimentarse unos de otros. En vista del fracaso, decidieron crear a un ser superior que tuviera más prestaciones, como mente y corazón, para que fuera capaz de adorarles y además llevar la cuenta de los días (los mayas eran muy de almanaques, aunque lo de acertar el fin del mundo no era lo suyo).
A partir del maíz blanco moldearon la figura y con el rojo hicieron su sangre
El primer intento de hombre se hizo a partir de barro, pero fue un fiasco. No se tenía en pie; cuando llovía, se deshacía, y además era incapaz de hablar y reproducirse, por lo que descartaron el prototipo, que parece ser que fue reutilizado por el dios de los judíos y tuneado por la mitología grecorromana, donde el hombre también tiene un origen mineral, aunque en vez de barro se hace a partir de piedras. La cuestión es que Kukulkán y Tepeu descartaron la materia inorgánica y para la versión 2.0 del hombre utilizaron madera.
La cosa pareció funcionar mejor: se tenían en pie, hablaban, se reproducían, pero no tenían alma ni memoria. Y eso era un problema, ya que no recordaban quiénes fueron sus creadores. Esto molestó mucho a los dos dioses, que consideraron que los hombres de madera eran muy desagradecidos y pensaron aquello de cría cuervos. Así que hicieron borrón y cuenta nueva, mandaron un diluvio universal y mataron a casi todos. Los supervivientes de aquella versión que han llegado hasta la actualidad son los monos.
Después de tantos fracasos, los dos dioses cambiaron la estrategia y trataron de utilizar como punto de partida la más preciada de sus creaciones, el maíz. A partir del maíz blanco moldearon la figura humana y con el maíz rojo hicieron su sangre, y esta fue la versión que finalmente funcionó. Por cierto, ahora que hay tanto debate sobre la modificación genética, los transgénicos y tal, creo que Kukulkán y Tepeu fueron unos precursores. Hacer un hombre a partir de maíz… Si eso no es ingeniería genética de alto standing, que baje Dios (ellos no, que no pueden ser juez y parte) y lo vea.
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