La vida no es una fiesta
En ‘Invitación al baile’, de Rosamond Lehmann, asistimos al ‘ensayo general’ del futuro incierto que espera a la joven Olivia Curtis
Olivia Curtis estrena diario el día de su 17º cumpleaños: “Voy a esforzarme por progresar este año, desarrollar más mi carácter y dejar de pensar en divertirme en todo momento. Siempre he sido tan feliz…”. Que la desilusión y la infelicidad, reconoce, le inspiran pavor. Aunque intuye que probarlas le sentaría bien. También que sucederá. Y más pronto que tarde. Quedan tan solo unos días para asistir al ensayo general de esa vida incierta que acecha fuera del confortable hogar eduardiano en el que relee, por quinta vez, David Copperfield.
Primeros pasos
Invitación al baile, tercera novela de Rosamond Lehmann, fue un best seller instantáneo cuando se publicó por primera vez en 1932 en Reino Unido. Ahora, Errata Naturae recupera este relato de iniciación y ultima la traducción de The Weather in the Streets (se editará el próximo año), donde podremos asomarnos a la vida adulta de Olivia Curtis.
De la infancia y la juventud brotaban sus novelas, explicó la británica Rosamond Lehmann (Bourne End, 1901-Londres, 1990) en una entrevista a The Paris Review. Y, estaba convencida, también las de todos los escritores. En Invitación al baile (Errata Naturae), reconocidamente autobiográfica, su heroína abandona la primera y se adentra, torpemente, en la segunda. Angustiada, asiste a su primer baile en sociedad: carece de la belleza, cinturilla y aplomo de su hermana mayor. A Olivia el espejo le devuelve un reflejo “voluble”. “Nadie te consideraría una belleza”, aclara innecesariamente la señora Robinson.
Evidentemente, la excitación da paso al terror cuando llega el día. El vestido rojo, el recogido, el perfume de presunto lirio de los valles. Nada encaja. Su hermana está radiante con su vestido copiado de las páginas de Vogue, ella en cambio confió en la modista del pueblo.
No es la más solicitada de la velada, pero acumula peticiones en su programa de baile. Siente la punzada del rechazo, de la decepción. Regresa a casa exhausta y esperanzada. A la mañana siguiente, habrá llegado a una conclusión: esa emocionante vida que está a punto de comenzar no es una fiesta. Y no pasa nada.
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