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MODA

El arte de coser el cine

Aseguran que un buen vestuario de cine es aquel que pasa desapercibido. Cuando eso ocurre, resulta creíble a los ojos del público. Conversamos con tres figurinistas de renombre, Fernando García, Paco Delgado y Carlos Díez, que nos revelan los secretos, pasiones y dificultades de su profesión.

Álvaro Corcuera
Fernando García, ganador del Goya al mejor diseño de vestuario por 'La isla mínima', en su estudio de Sevilla.
Fernando García, ganador del Goya al mejor diseño de vestuario por 'La isla mínima', en su estudio de Sevilla.Fede Serra

De pequeño ganaba todos los concursos de dibujo. Su padre le acompañaba a recoger los premios, que solían ser cajas de rotuladores, los cuales alimentaban aún más la creatividad del niño Fernando. En el salón de la casa familiar, su madre colgaba decenas de trajes. Ella era costurera, y su marido, florista, hasta que la jubilación les retiró de sus profesiones. El hijo mayor, Antonio, heredó primero el gusto de su madre y con el tiempo acabó metido en la moda y fundando su marca, Antonio García, que hoy se dedica a las bodas y a los vestidos para eventos, siempre para mujeres. En su taller en el centro histórico de Sevilla nos espera su hermano Fernando, 10 años menor y hoy parte de la empresa, que se beneficia de su trabajo en el cine y de su reciente éxito, premio Goya al mejor diseño de vestuario por La isla mínima.

“Si me conocieras desde hace tiempo, seguro que dirías: ‘Qué fuerte, se lo han dado al Fer”, dice. Aún no se cree que haya podido ganar el máximo galardón del cine español, el cabezón que acaricia y nos deja acariciar, aunque en realidad él no es un recién llegado a este negocio. A sus espaldas, Fernando García acarrea 20 películas, incluidas dos que aún no se han estrenado, Un día perfecto, dirigida por Fernando León de Aranoa y protagonizada por Benicio del Toro y Tim Robbins, y Lejos del mar, de Imanol Uribe e interpretada por Elena Anaya y Eduard Fernández. Antes se encargó de vestir a los actores y actrices de filmes como Grupo 7; Primos; Amador; Yo, también, y Atún y chocolate. “Empecé estudiando decoración y luego me pasé al diseño. Entré en el cine por casualidad, porque una amiga me llevó de figurante a una película en Sevilla y conocí al figurinista Pepe Reyes. Él me dio más tarde mi primera oportunidad. Cuando gané el mejor vestuario por La isla mínima se lo dediqué a él”. Y también a su padre: “Conté la anécdota de los rotuladores porque mi padre me acompañaba a esos premios y también estuvo conmigo en Madrid recogiendo el Goya”, explica, al tiempo que enseña en su móvil el vídeo del momento. Al acabar, Fernando tiene lágrimas en los ojos: “Me emociono. Tiene leucemia desde hace unos meses y me pasé el verano en el hospital. Ahora parece que está bien, y para mí el premio fue llevármelo a la gala y dedicarle el galardón. Él flipó. Fue muy bonito”.

Es complicado que el vestuario de una película no parezca un disfraz”

La sensibilidad de Fernando García se traslada a su trabajo. Para La isla mínima sacó toneladas de documentación de la época –él recalca que la hemeroteca de El País Semanal fue una de sus fuentes más importantes y nos enseña fotografías de los ochenta, por ejemplo de aquel Felipe González con pantalones de campana– y llevó adelante con minuciosidad todo el vestuario. “Una película es un conjunto. Es una fotografía, es un decorado, es la peluquería, es la música… En La isla mínima hay quien dice: ‘Sí, pero el vestuario es normal’. Y yo siempre respondo que sí, que lo es, pero que es complicado que la ropa de 1980 no parezca un disfraz. Porque, ojo, con los cuellos puedes parecer de Los Manolos. Revisé muchos y siempre recortaba. Decía: ‘Un poquito menos’. Aunque haya quien crea que eso no se nota en la película, yo lo mido todo”, explica Fernando.

Los actores Javier Gutiérrez y Raúl Arévalo, protagonistas de La isla mínima, tienen una diferencia de estatura que en pantalla se hubiera notado mucho, a lo que Fernando puso solución: “Le puse a Javier un alza de 8 centímetros. Él, que siempre ha hecho personajes como de bufón, se veía guapísimo. Para mí es lo más bonito, que el actor o actriz llegue a un punto en que se sienta cómodo conmigo, que confíe. Yo al principio de mi carrera cometía errores con los actores y actrices, porque les decía: ‘Ponte esto’. Y ellos me contestaban: ‘Yo no me pongo nada, necesito saber cómo lo vamos a hacer’. Eso me hizo ir aprendiendo y descubrí la importancia del diálogo con los intérpretes y la psicología que hay que aplicar. A mí me gusta mucho estar en los rodajes. Creo que a los directores eso les da confianza, porque yo voy mirando y diciendo: ‘Y si quitamos esto, y si ponemos lo otro”. Un sistema de prueba-error que en el caso de la ropa contemporánea no es sencillo, por la cantidad de matices que existen, por la dificultad de dar en el clavo: “La gente piensa que cuando la ropa no es de época, entonces es ropa normal. Pero no es fácil. Yo me hice en una nave un pequeño Corte Inglés de los años setenta. Porque cada día vestíamos a gente nueva. Tenía relojes, zapatos, ropa… Podría haber unas 2.000 prendas”. García, cuenta, trabaja ahora en Paesa, la nueva película de Alberto Rodríguez, que vuelve a confiar en él tras trabajar juntos en La isla mínima.

“El vestuario de cine español está muy bien posicionado”, defiende Fernando García. “Está Paco Delgado, que lo nominaron al Oscar en 2013 con Los miserables; está Yvonne Blake (nacida en Inglaterra, pero que lleva casi cinco décadas viviendo en España), que es la que diseñó Superman (ganó un Oscar por Nicolás y Alexandra en 1971, junto a otro español, Antonio Castillo), o está Sonia Grande, que ha trabajado para Pedro Almodóvar y Woody Allen”.

Paco Delgado, uno de los máximos representantes del diseño de vestuario en España.
Paco Delgado, uno de los máximos representantes del diseño de vestuario en España.Fede Serra

Uno de los aludidos es Paco Delgado, que desde su nominación al Oscar, hace dos años, ha visto cómo se interesaban por él desde fuera de España. Ahora está en Londres, trabajando en The Danish Girl, película protagonizada por Eddie Redmayne (reciente ganador del Oscar al mejor actor por La teoría del todo) y que cuenta la historia de la primera persona que se cambió de sexo, en los años veinte del siglo pasado. Con una agenda más que apretada, Paco Delgado nos atiende por teléfono: “Es cierto que hago cine internacional, que antes no trabajaba. Pero me sigue interesando muchísimo el cine español. Fuera de nuestro país, los profesionales estamos muy bien considerados. Existen unas generaciones nuevas más abiertas, que no solo han estudiado fuera, sino que son emprendedores y deciden probar en Los Ángeles o en Londres. Eso denota que tenemos una cinematografía con proyección internacional”.

Ver trabajar a Paco Delgado es un escándalo. Es un hombre que puede con todo, un ejemplo”

“A nivel de vestuario”, continúa Delgado, “tenemos mucho talento. Tenemos una manera diferente de enfrentarnos al color. Nuestra paleta es más amplia que en otros países. La luz, nuestra cultura, nuestros pintores, la cultura callejera… e incluso el folclore nos lleva a un tipo de vestuario muy distinto al que podría generar un diseñador inglés o francés. Tenemos una forma particular de entender la ropa y su relación con los individuos, y eso produce una sorpresa positiva”. Cuando le preguntamos por los principales retos a la hora de diseñar el vestuario de una película, suelta una risotada contagiosa, como queriendo decir: “¿Por dónde empiezo?”. Así que resume: “Es clave entender los personajes, que el vestuario apoye la historia y que ayude a los actores y espectadores a comprenderla”. Le pedimos que sea él mismo quien desglose los principales logros de su carrera: “Tengo muchas películas favoritas: La Comunidad, porque fue la primera en la que tuve la oportunidad de diseñar yo, y a Alex de la Iglesia le tengo un aprecio muy especial; La mala educación, que supuso que mi trabajo se conociera de manera internacional gracias a Pedro Almodóvar; Biutiful, de Alejandro González Iñárritu, que era complicada aunque tuviera un vestuario aparentemente muy normal, pero donde aprendí mucho de mí y de la profesión; Los miserables, que me dio la oportunidad de internacionalizarme; y le tengo mucho cariño a Blancanieves porque fue un proyecto muy peculiar”.

Carlos Díez vuelve a trabajar con Julio Medem con 'Ma Ma'.
Carlos Díez vuelve a trabajar con Julio Medem con 'Ma Ma'.Fede Serra

“Yo he trabajado con Paco. Le ayudé en su primera película, La Comunidad, con las pruebas de vestuario, y también he colaborado en otras suyas”, explica Carlos Díez, diseñador de moda. “Verle trabajar es un escándalo. Es un hombre que puede con todo. Su trabajo es sobrenatural, porque él es una fuerza de la naturaleza. Física y psicológicamente. Paco ejemplifica el éxito del vestuario español, de una visión mediterránea y de nuestra capacidad de adaptación. De hacer películas con presupuestos más ajustados a superproducciones. De La Comunidad (costó 2,4 millones de euros) a Los miserables (54 millones)”, subraya Díez, que también tiene experiencia propia en el cine, donde se encargó, por ejemplo, de Habitación en Roma, de Julio Medem. Desde ese filme, en 2010, no había vuelto a la gran pantalla, centrándose en sus colecciones y en las pasarelas, hasta este año, en el que ha trabajado para dos películas aún sin estrenar: Ma ma, de Julio Medem y protagonizada por Penélope Cruz y Luis Tosar, y El contenido del silencio, de Helena Taberna, con Juana Acosta y Goya Toledo. “He hecho muy poco cine porque la moda me absorbía muchísimo, y para hacer películas uno se tiene que centrar al máximo. Ahora he vuelto porque he decidido diversificar mi profesión. La crisis se nota. Mantengo la moda y la publicidad, pero si me dedico solo a la primera es difícil”.

Surge con Carlos Díez, pero también le preguntamos por ello a Paco Delgado y a Fernando García, por el famoso IVA cultural. “El Gobierno dice que las cifras del cine español han sido buenísimas. Bueno, no sé para quién lo han sido. Te aseguro que los que trabajamos dentro de la industria cobramos lo mismo que hace seis años”, asegura Díez. Su colega Paco Delgado habla de “una venganza del Gobierno por decir lo que pensamos”. Y añade: “Está clarísima una cosa: el cine español va a sobrevivir, y es tan importante y maravilloso que a pesar de sufrir el IVA más abusivo de Europa hemos conseguido récords de taquilla”. Gracias, por ejemplo, a Ocho apellidos vascos. En Sevilla, uno de los escenarios de la película más taquillera y más vista de la historia en España, Fernando García recuerda que el cine es una industria que mueve millones de euros, a la que cuidar.

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Sobre la firma

Álvaro Corcuera
En EL PAÍS desde 2004. Hoy, jefe de sección de Deportes. Anteriormente en Última Hora, El País Semanal, Madrid y Cataluña. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS, donde es profesor desde 2020. Dirigió 'The Resurrection Club', corto nominado al Premio Goya en 2017.

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