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Los perros, al suelo

Mientras que alérgicos y sibaritas de la higiene impiden que su mascota suba a camas y sofás, hay quienes defienden compartir lecho. Ventajas e inconvenientes

Pocas estampas resultan tan tiernas y simpáticas como la de una persona con su animal sesteando plácidamente en el sofá o la cama. No en balde, perros y gatos ayudan a médicos y psicólogos a llevar a cabo terapia asistida para casos como el de niños autistas o ancianos con problemas de movilidad o memoria. Nuestros amigos de cuatro patas favorecen la relajación y aumentan nuestra sensación de bienestar. Pero, ¿dónde están los límites? ¿En nuestras camas o sofás? Estos son algunos de los argumentos, a favor y en contra, de compartir lecho con su mascota.

A favor: "Me siento feliz compartiendo cama con él".

Cuando un perro o gato se acurruca a nuestro lado en el sofá o en la cama, notamos su calor corporal, respiración o ronroneo, en el caso del gato. Aumenta la relajación y nos invade una sensación de bienestar. Te sientes acompañado y arropado. “Estos momentos aportan felicidad y equilibrio emocional, y no alteran el comportamiento normalizado y armónico del animal en casa”, explica Miguel Ibáñez, veterinario, psiquiatra de animales y responsable de la Clínica del Comportamiento Animal de la facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid. Azahara Martín, que comparte lecho con su perro Hopper, lo explica así: "Al principio de la noche sube a mis pies. Cuando le molesto, baja a su cama. Y al amanecer, vuelve a la mía. Espera a que le diga 'buenos días' para saludarme. Antes nunca me despierta. Me encanta dormir con él: es como un peluche". 

A favor: "Nuestra relación es más sólida"

El momento de relajo en el sofá o en la cama invita a que la persona que tiene a su perro o gato al lado le pueda acariciar. De esta forma, el animal percibe el cariño y protección de su dueño y se estrechan los lazos de amistad entre ambos. "Además, el masajeo en el lomo aportará al animal bienestar y le transmitirá confianza", subraya el psiquiatra de animales Miguel Ibáñez. Esa sensación de cercanía y complicidad es recíproca, tanto para el perro o gato, como para sus dueños, y ayuda a sentar las bases para una convivencia fluida en casa entre animales y personas.

A favor: "Ayuda a que mi hijo no tenga miedo por las noches"

Un perro o gato vacunado, sano y limpio no es una fuente irremediable de enfermedades, ni siquiera para los niños. Un animal resulta para ellos un compañero de juegos y alguien con quien desarrollar su sentido de la responsabilidad y empatía, según el II Análisis científico sobre el vínculo entre personas, perros y gatos de la Fundación Affinity. "Los niños que tienen miedo a la oscuridad y se muestran reticentes a dormir solos tienen un aliado en su perro o gato a la hora de enfrentarse a sus miedos, pues en su compañía se sienten menos vulnerables", explica Jesús Esteban, psicólogo infantil, quien recomienda la adopción de mascotas para el desarrollo personal de los pequeños.

En contra: "Estoy consintiendo al animal, y cada vez se porta peor"

La permisividad con el perro para subir a la cama o el sofá no es recomendable cuando este tiene ciertos problemas de conducta, como “la agresividad competitiva por protección de recursos, es decir, por no querer compartir espacio de descanso, juguetes o comida”, explica Marco Villén, veterinario que trabaja en la especialidad de etología clínica. Es estos casos, conviene marcar el límite al perro en cuanto al espacio que se comparte, para frenar este tipo de comportamientos. “Pero sin utilizar nunca el castigo físico, sino a través del refuerzo positivo, es decir, con premios cuando el comportamiento es el adecuado”, añade Villén. Según el mismo especialista, esto no ocurre con los felinos, a quienes, por su apego al territorio, "hay que aceptar tal y como son y dejar que se coloquen en el lugar de la casa que más les guste, porque, de otra manera, se estresan y vuelven huidizos". ¿Pero y si me llena de pelos el sofá nuevo o me pisotea durante el descanso nocturno? Cierre la puerta de la habitación a donde no quiere que entre. "Conviene hacerlo desde el principio para evitar malos entendidos, porque el gato es un animal territorial y curioso, al que gusta tener acceso a toda la casa", aconseja Belén Montoya, veterinaria especialista en medicina felina.

En contra: "Me da miedo que me contagie alguna enfermedad"

Los pelos o las patas con barro cuando un perro llega de la calle pueden dejar suciedad en el sofá y la cama. Pero, además, la zoonosis o transmisión de enfermedades de animales a personas, aunque no es habitual si la mascota está vacunada y desparasitada, puede existir. “Porque el perro sale a la calle, se relaciona con otros animales, se puede revolcar por el suelo, lame todo, incluidos los genitales, y luego te puede chupar a ti, con el consiguiente riesgo de transmisión de bacterias o parásitos”, explica Luis Quecedo, médico del Hospital Universitario La Princesa. Con los gatos, el riesgo es menor. La manera de minimizarlo en ambos casos pasa, eso sí, por la desparasitación interna y externa y la vacunación de los animales, como aconseja Manuel Lázaro, veterinario y miembro de la dirección del Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid, que anuncia “No existe ningún estudio que demuestre que la convivencia con mascotas en el hogar sea causa de una mayor incidencia de infecciones de cualquier tipo”. Un estudio de la Universidad de Kansas, en Estados Unidos, publicado en American Journal of Veterinary Research, añade que el riesgo de contagio de enfermedad en aquellos que tienen perros es mayor si no se lavan las manos después de acariciarlos que en los casos de compartir cama o incluso dejarse lamer por ellos.

En contra: "Se mueve mucho. Y no me deja dormir"

Un gato o un perro, sobre todo si su tamaño es considerable (pastor alemán, mastín, bóxer), resta espacio y movilidad en la cama, lo que puede reducir la calidad del sueño. Si esto ocurre, los expertos recomiendan impedir que el animal suba a su lecho, pues un óptimo descanso nocturno es fundamental para su salud. La alternativa está en construir un lugar propio para dormir a su mascota: existen colchonetas específicas para canes y felinos muy cómodas, cuyo precio oscila alrededor de los 15 euros.

En contra: "Tengo alergia"

Las personas que desarrollan alergias asociadas a los animales, tienen sensibilidad al denominado epitelio (caspa o células muertas) que el perro o el gato generan a través de su piel. Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), actualmente, entre el 5 y el 10% de los individuos puede llegar a presentar alergia a epitelios de animales; y un 30% de la población española ya la padece. “Cada vez es más frecuente debido al aumento en el número de hogares con mascota”, explica el doctor Javier Ruiz Hornillos, secretario del Comité de Alergia Infantil de la SEAIC. Por supuesto, si hay un alérgico en la familia, debemos impedir la entrada del animal a los lugares donde la persona desarrolla la mayor parte de su actividad, así como mantener a la mascota lejos de cortinas, alfombras y muebles tapizados, donde se acumulan los residuos que causan el malestar en el enfermo. "Por cierto, un niño es más propenso a desarrollar alergia o asma si tiene contacto frecuente con un animal doméstico", concluye el doctor Ruiz.

La decisión de compartir cama o sofá con el perro o el gato depende de la persona que convive con ellos. De forma general, no está contraindicado para su salud. Pero si usted decide que el animal no tenga acceso a estos lugares, hágalo desde el primer día. Con coherencia, será más fácil educarlo.

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