La orgía del arte y el dinero
El dinero llega como torrenteras al arte contemporáneo y a las subastas. Entre 2013 y 2014, nada menos que 1.590 millones de euros
Beyoncé y su marido, el rapero Jay Z, comparten un espectacular apartamento en el barrio neoyorquino de Tribeca. En sus paredes cuelga un dibujo de la serie Basketball de David Hammons y un capó de Richard Prince. El primero cuesta 550.000 euros; el segundo, más de 400.000.
–Buenas tardes, señoras y señores, bienvenidos a Christie’s en Nueva York.
Jussi Pylkkänen –la persona que adjudicó el tríptico de Francis Bacon Tres estudios de Lucian Freud, la obra de arte más cara nunca vendida en subasta– recibe a los 750 invitados que copan el Rockefeller Plaza de Manhattan. En el techo, un móvil de Calder parece vigilar a François Pinault, el magnate del lujo y marido de la actriz Salma Hayek. Cerca, Michael Ovitz, antiguo representante de Tom Cruise, y Larry Gagosian, el galerista más poderoso del planeta, aguardan su oportunidad.
–Comenzamos –anuncia Pylkkänen–. Lote número uno, Seth Price…
Dos horas y media después, Christie’s habrá vendido 75 obras por 852,9 millones de dólares (693,6 millones de euros). La subasta más cara de la historia. Una orgía de dinero, que acerca un mito: la puja de los mil millones. Algo que nadie esperaba ver en esta generación. Pero Carlos Rivera, de 26 años, fundador de ArtRank, una consultora que trata a los artistas como si fueran acciones de Bolsa, vaticina que se “puede lograr en la sesión de mayo”.
Aunque este es el final. El principio hay que buscarlo en la subasta un día antes de ese pasado 12 de noviembre con Juan Várez, consejero delegado de Christie’s España. “Hay algo emocionante en estas obras. Una energía”. Lo cuenta frente a una deslumbrante pintura de Cy Twombly de 1970, que vende el antiguo asistente del artista. Se adjudicará por 69,6 millones de dólares. Récord del pintor.
El dinero llega como torrenteras al arte contemporáneo y a las subastas. Entre julio de 2013 y el mismo mes de 2014, nada menos que 1.590 millones de euros. La mayor cantidad de su historia. Rusos, árabes y estadounidenses se muestran insaciables. Solo Qatar tiene cinco museos por completar, y una mujer, la jequesa catarí Mayasa Bint Hamad al Thani, maneja mil millones de dólares anuales en compras. ¿Qué ocurrirá cuando finalicen sus colecciones? “La presencia de árabes es básica en la burbuja de precios, como años atrás lo fueron los japoneses. Si se marchan, caerán las cotizaciones infladas”, vaticina Aníbal Jozami, patrono del Museo Reina Sofía. Quizá sea así. “Los precios tan altos de algunos artistas han echado a muchos del mercado”, advierte Jorge Pérez, uno de los principales coleccionistas del mundo.
Esa ingente liquidez cubre el planeta del arte al igual que un alquitrán negro y pegajoso. La crítica ha sido reemplazada por los catálogos de las subastas, artistas de 30 años son más caros que Goya o Zurbarán, la burbuja está lejos de estallar y cada mes surge una feria nueva. Pocos entienden que crear una colección comprando en esos lugares es como intentar buscar el amor en un prostíbulo.
En su apartamento de Tribeca, Beyoncé rueda su nuevo single 7/11 vigilada por David Hammons y Richard Prince. “Se siente como tirar los dados, tío / Se siente como tirar los dados”, martillea la canción. Como coleccionar.
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