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Esto lo debería cantar Sinatra
Columna
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El método de Stalin

El dictador tenía un equipo de artistas que adaptaba sus fotos, con dos niveles distintos de ficción

Jordi Soler

La corrupción en España es un fenómeno multidisciplinario que incluye políticos, aristócratas, banqueros, cantantes, futbolistas y unas cuantas disciplinas más. Cada vez que algún corrupto declara su inocencia, cuando dice, por ejemplo, que no conocía al Bigotes, le sale una fotografía donde aparece él mismo, a las grandes risotadas, con ese hombre al que decía no conocer. De tanto ver fotografías inculpatorias en los periódicos, recordé el famoso método con el que Stalin se quitaba de encima a los molestos Bigotes de su época. El dictador tenía un equipo de artistas que adaptaba sus fotos, con dos niveles distintos de ficción. El básico consistía en hermosear las partes menos hermosas de la cara de Stalin. El otro era el acto mayor de desaparecer a un camarada.

En aquella época sin Photoshop, los retoques tenían que hacerse con pincel y aerógrafo; falsear la realidad era un trabajo de artistas. Una fotografía de 1926 nos presenta a Stalin en su oficina, rodeado por los camaradas Antipov, Kirov y Shvernik. Entre esta fecha y 1949 puede irse viendo, en retratos sucesivos, cómo Antipov se desvanece, el lugar que ocupaba quedó vacío y el hueco fue rellenado con una reconstrucción del tapiz de la pared que recrearon los artistas. Unos años más tarde Shvernik se desvaneció de la fotografía, y al final el aerógrafo y el pincel cayeron sobre Kirov. Así que desde 1949 Stalin aparece solo en esa foto donde originalmente había cuatro. Se le ve tranquilo, saludable y bien resanado de sus partes poco hermosas. También es cierto que, si se desconoce el proceso de transformación de esta fotografía, no se entiende qué hace el dictador, solo y esquinado, en el extremo de una mesa tan grande.

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