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Argentina lanza el primer satélite de telecomunicaciones de la región

El equipo fue construido en la Patagonia con componentes locales y europeos; Fernández lo reivindica como un "orgullo" para su país y critica a los 'fondos buitre' y a la oposición

Alejandro Rebossio
Cristina Fernández observa el lanzamiento desde su despacho.
Cristina Fernández observa el lanzamiento desde su despacho.

En el mismo país que atraviesa este año una crisis de deuda y una estanflación (recesión y alta inflación) también se ha fabricado el primer satélite geoestacionario de telecomunicaciones de Latinoamérica. A partir de la apuesta por elevar el presupuesto de ciencia y tecnología, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha construido un artefacto con un 50% de componente local y otro 50% extranjero, según las autoridades. Este jueves, en la noche de la Guayana Francesa, en la base aeroespacial de Kourou, despegó el ArSat-1 a bordo del cohete francés Arianne y en diez días estará en funcionamiento.

El satélite costó 270 millones de dólares y se desarrolló a lo largo de siete años en la planta que la empresa de tecnología Invap, propiedad de la provincia sureña de Río Negro, tiene en la turística Bariloche. Fue construido por encargo de la empresa estatal de satélites ArSat con el objetivo de que provea servicios de telefonía móvil, televisión digital, Internet y transmisión de datos a toda Argentina, incluidas zonas que en la actualidad quedan marginadas, y también a Chile, Uruguay y Paraguay. Ahora Buenos Aires podrá cobrar por servicios satelitales por los que antes pagaba a otros países o empresas privadas.

Tras el despegue televisado en Argentina en directo por la TV Pública, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner habló por la cadena nacional de radio y televisión para destacar el “gran orgullo” porque su país se suma al pequeño círculo de fabricantes de satélites de este tipo, que incluye a la Unión Europea, EE UU, China, India, Japón, Rusia e Israel. “Fue hecho íntegramente con tecnología argentina, por profesionales argentinos”, dijo Fernández. No obstante, el presidente de Arsat, Matías Bianchi, admitió en declaraciones a la prensa que la mitad de los componentes fue importado del extranjero, aunque afirmó que lo mismo sucede con los satélites franceses, por ejemplo. Argentina aportó el diseño del artefacto, el armado, ordenadores y software, entre otros elementos, mientras que compró la carga útil, los propulsores, el cilindro central y los paneles solares en Europa.

Fernández aprovechó su discurso para cargar contra los fondos buitre que rechazaron la reestructuración de deuda de 2005 y 2010 y que en junio pasado consiguieron un bloqueo judicial de EE UU a los pagos del pasivo refinanciado hasta que Buenos Aires les salde lo reclamado. También criticó a candidatos presidenciales de la oposición para las elecciones primarias de agosto próximo, el peronista opositor Sergio Massa y el radical (centrista) Ernesto Sanz, que en los últimos días han prometido derogar algunas leyes aprobadas en 11 años de gobiernos kirchneristas. "En tiempos en que los fondos buitre nos quieren embargar las esperanzas y los de aquí adentro nos quieren derogar los sueños, les decimos que los sueños no se derogan”, declaró la líder peronista. “Los satélites no se pueden derogar. Me pregunto si yo no hubiera ganado las elecciones en 2007 y en 2011, si tendríamos el ArSat-1 en el espacio”, añadió la jefa de Estado.

Fernández anticipó que su país ya ha construido el 70% del ArSat-2, que se lanzará a órbita en 2015, y está diseñando el tercer ejemplar. "El 80% del tráfico que se consume en Internet se produce en el exterior; al tener esa infraestructura montada, Argentina incrementará además la porción de contenidos en la producción de televisión de habla hispana”, destacó el presidente de ArSat. Bianchi también recordó que en la década del 90, cuando su país abrazaba las políticas neoliberales hasta la crisis de 2001/2002, "se dejó en manos extranjeras y privadas las posiciones orbitales correspondientes a Argentina", que estuvo a punto de perder su usufructo.

Los usuarios de telefonía móvil, mientras tanto, esperan que alguna vez mejore el defectuoso servicio. La inversión en infraestructura de telecomunicaciones es el 0,57% del PIB, menor que en diversos años de la década del 90 en que superó el 1% o que lo que eroga Chile, aunque más que Brasil, Colombia o México. Pero ahora Argentina invierte más en investigación y desarrollo: el 0,65% del PIB, el segundo mayor nivel de Latinoamérica, cuando en tiempos neoliberales rondaba el 0,4%.

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