Basta de nostalgia
Cada generación debe emprender nuevos caminos igual que hicieron las anteriores
La revelación de que en 1976 Estados Unidos estuvo a punto de desencadenar un conflicto de impredecibles consecuencias con la Unión Soviética, cuando sopesó la idea de bombardear Cuba, nos recuerda que el pasado no fue de ninguna manera una época tranquila y exenta de dudas y riesgos. Y, sobre todo, nos enseña que a pesar de que la situación internacional actual aparezca como caótica, compleja y llena de amenazas, no lo es más que durante las décadas anteriores.
Una de las características de la historia —una sucesión de acontecimientos relacionados, en gran medida explicables a partir de los anteriores— es que quienes la observan pueden pensar que las cosas fueron así porque era lo lógico: lo lógico era que Kruschev ordenase en 1962 dar marcha atrás a los buques rusos con rumbo a Cuba y que Kennedy no desencadenara un ataque nuclear contra la Unión Soviética; lo lógico era que los aliados ganaran la II Guerra Mundial; que Moscú terminara arriando la bandera roja del Kremlin y que los países del Este de Europa se liberaran de su yugo; o que la Transición española culminara de una manera exitosa y pacífica.
Nada de esto fue así. Los documentos revelan lo cerca que el mundo estuvo de sufrir una guerra nuclear en 1962; los aliados ganaron una guerra que durante largo tiempo pensaron que perderían, y lo dieron todo para que eso no ocurriera; los primeros que se encaramaron al muro de Berlín en 1989 temieron por sus vidas; y los protagonistas de la Transición vivieron momentos de angustia pensando que todo aquel proceso podría descarrilar en cualquier momento y devolver a España al clima de enfrentamiento de 50 años atrás.
Se puede aprender del pasado para afrontar las situaciones del presente, pero no se debe sentir ninguna nostalgia. A cada generación le toca vivir un tiempo concreto y un mundo complejo. Y debe afrontar el reto y emprender nuevos caminos igual que hicieron las anteriores generaciones.
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