Juego de iniciativas
Parafraseando el título de la película, el particular pulso al que asistimos desde hace un tiempo entre los Gobiernos de España y la Generalitat de Cataluña, respecto al anunciado y convocado referéndum/consulta soberanista por parte del president señor Mas, amenaza con un choque de trenes en un laberinto de intransigencias. Este singular “juego de patriotas” de haber quién da más, si el jefe de Gobierno, el señor Rajoy, enrocado en su mayoría absoluta y afirmando machaconamente que la Constitución no otorga poderes a las autonomías o gobiernos locales para convocar dichos refrendos, o el Gobierno de Mas, adoptando por su parte un aire de ¡ahora o nunca!, sin duda contagiados por el efecto escocés (recordemos, con un sistema constitucional completamente diferente), cuyo resultado dividió quizás todavía más a la sociedad escocesa. Acuciado también por sus socios de Esquerra Republicana, llamando incluso a la desobediencia civil sacando las urnas a la calle “sí o sí”. La más que previsible suspensión cautelar por parte del Tribunal Constitucional de esta consulta tendrá a Cataluña en un embrollo legal. Quizás una tercera “vía” sería una profunda reforma constitucional que recoja la singularidad catalana y un nuevo modelo de financiación, para avanzar hacia un verdadero Estado federal. También podría tener un as en la manga y convocar un adelanto electoral en clave plebiscitaria y votar igualmente, pero podría perder las elecciones en medio de los escándalos que afectan al exhonorable Puyol y el auge del independentismo de Esquerra. Veremos en qué queda todo esto.— Maria Olga Santisteban.Zalla, Vizcaya.
El 9-N no habrá secesión, pero ninguna ley podrá hacer de dique a la desmembración afectiva del país, y esta, tarde o temprano, tornará en desmembración política. La cohesión nacional no está solo en lo legal sino también en lo sentimental. La iniciativa no puede dejarse en manos del separatismo. Los mensajes de desprecio, deslealtad e insolidaridad son empaquetados en celofán y “comprados” en masa en el mercado político catalán. Sorprendentemente los mensajes de convivencia, aprecio y solidaridad, no.
La Constitución no puede ser invocada por unos como freno a la libertad y por otros como simple freno legal. España no es un freno sino un acelerador: es la base de la prosperidad, la seguridad y el futuro de todos. Además de frenos, España necesita pegamento. No se necesitan nuevos cambios legales que conduzcan a una irremediable disolución sino afianzar el pegamento identitario de lo común.
Necesitamos una acción política que fortalezca sentimientos y símbolos propios, y a la vez compartidos. Estrategias sociales, culturales, educativas y de comunicación que establezcan la pertenencia como signo de fortaleza, y prosperidad. Nuestro futuro como país existe, la acción y la comunicación que genere el pegamento aún no.— José Luis Hernández García. Marbella, Málaga.
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