No hay fronteras
En la maqueta, los retretes están siempre limpios y los árboles son de hoja perenne y el agua del estanque es cristalina. La maqueta inviste de divinidad al poderoso
Aquí lo interesante es la relación de los señores de la foto con la maqueta. La maqueta no es la realidad, porque ellos trabajan siempre con representaciones, para no ensuciarse las manos. En las maquetas no hay huelguistas, ni manifestantes, ni pobres, no hay cacas de perro, no hay viento, jamás llueve, no hace ni frío ni calor. De la maqueta no llegan gritos de contribuyentes indignados preguntando a las autoridades de dónde van a sacar el dinero para la obra faraónica que se proponen perpetrar. En las maquetas, los retretes están siempre limpios y los árboles son de hoja perenne y el agua del estanque es cristalina. La maqueta inviste de divinidad al poderoso. Obsérvenlos, fíjense en el cuarteto. Son, de izquierda a derecha, el arquitecto Calatrava, Francisco Camps (amiguito del alma de El Bigotes), Carlos Fabra (el del aeropuerto de Castellón, entre otras fechorías) y Alberto Fabra, actual presidente de la Comunidad Valenciana y responsable del cierre escandaloso de su televisión pública. Hombres, sí, seres humanos, de acuerdo, pero mírenlos ejerciendo de dioses que ordenan o desordenan la realidad a su antojo. Aquí pondremos esto y aquí lo otro y Fulanito se encargará de cobrar el 3%. La maqueta corresponde a un centro de convenciones que jamás vio la luz, aunque movió mucho dinero. Dinero de verdad, queremos decir, no meras fotocopias de billetes de quinientos. He ahí un caso en el que la ficción, representada por la maqueta, se introdujo en la realidad, representada por la facturación. Para que luego digan que hay fronteras entre una cosa y la otra.
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