Ébola sin control

Dominar el brote de ébola, que alcanza ya a seis países africanos, costará mucho más de lo que inicialmente se había previsto y no se conseguirá sin un plan global para reforzar los servicios sanitarios de las zonas afectadas. A esta conclusión han llegado las organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno y más de 200 expertos reunidos en Ginebra, tras comprobar que el calificado por la directora general de la OMS Margaret Chan como el “mayor, más complejo y más grave de los brotes de ébola vistos hasta ahora”, está aún lejos de poder ser controlado.

A los seis meses de haberse diagnosticado el primer caso, en marzo pasado, se han contabilizado ya cerca de 3.500 afectados, de los que han fallecido más de 1.900. Estas cifras dan cuenta del carácter tan letal de las cepas que se propagan, con una mortalidad superior al 50%. Teniendo en cuenta que no existen tratamientos probados que hayan demostrado efectividad contra el virus, resulta perentorio tratar de limitar por todos los medios posibles su expansión. Esa es la forma más directa de evitar muertes. Lo que no es óbice para que se intente al mismo tiempo probar si alguno de los medicamentos en fase de ensayo puede ser útil y salvar vidas entre los infectados. Los expertos reunidos por la OMS han seleccionado ocho fármacos y dos vacunas. La gravedad del brote justifica que se prueben medicamentos que no han sido sometidos a los ensayos clínicos pertinentes y que, de seguir los pasos habituales, tardarían hasta diez años en poder ser utilizados. El anverso de la moneda es el riesgo de que causen efectos adversos graves sin conseguir la eficacia terapéutica deseada.

Los expertos advierten de que las medidas de cierre de fronteras aplicadas por algunos países son más contraproducentes que eficaces, pues no evitan que la epidemia crezca y, en cambio, añade nuevas dificultades al afectar a la producción y suministro de alimentos y servicios.

Lo importante ahora es reforzar los dispositivos sanitarios con más personal entrenado y más medios para aislar y tratar a los enfermos y poder hacer un seguimiento de los contactos, lo que ahora resulta muy difícil. La OMS, que probablemente ha reaccionado tarde, estima el coste del plan en 456 millones de euros. Pero aún aplicando todas las medidas necesarias, no espera poder tener el brote bajo control antes de seis u ocho meses. La situación es muy grave y la comunidad internacional debe reaccionar en consecuencia.