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El fútbol en cueros

Una pasión de masas que mueve millones de euros en el mundo Un deporte que juega entre la épica y la miseria

Jóvenes juegan al fútbol en la playa de Ipanema (Brasil) el pasado enero.
Jóvenes juegan al fútbol en la playa de Ipanema (Brasil) el pasado enero.Y. CHIBA (AFP)

Sin la pátina de los grandes clubes, las grandes ligas, los grandes fichajes. Sin la cáscara de las victorias y de las derrotas, del marcador y de la crónica de la jornada. El fútbol, más allá del césped, encarna ideas y valores, deportivos pero también políticos. Cae en desigualdades. Mueve dinero para llenar y vaciar bolsillos. Cumple y trunca sueños. Despierta pasiones, hasta a veces rayar la violencia. El fútbol, más allá del césped, no se agota dentro del campo y el cuero del balón envuelve la vida para mostrar lo mejor y lo peor de la sociedad.

Como lo mejor y lo peor ha enseñado Brasil en este Mundial. Los goles. Pero también la huelga en el metro de São Paulo, una manifestación de trabajadores sin techo o un hashtag en Twitter al grito virtual de "Copa para quem? (¿El Mundial para quién?)". El fútbol ha compartido protagonismo y titulares con las protestas en la calle durante el campeonato, que ha reunido a unas 4.000 millones de personas frente al televisor. Brasil había querido aprovechar la ocasión para mostrar al mundo su mejor cara y pasar de nación emergente a potencia, pero la competición ha servido de altavoz para la crítica de una nueva clase media que pide que su dinero se gaste en sanidad, educación y más infraestructuras.

Paco Valverde

Mientras Brasil sigue haciendo cuentas con la factura de la celebración, que puede alcanzar la cifra récord de 10.000 millones de euros, quien sale de la fiesta con sus arcas bastante más llenas es la FIFA. El 95% de los beneficios que genera el torneo se escapan entre los dedos del anfitrión para ir a parar a Suiza, la sede de la entidad que gobierna el negocio del fútbol. Sin sudar, sin correr, sin ni siquiera tener que marcar un gol, la FIFA es la gran ganadora de cada Mundial.

El de Brasil ha sido un campeonato de récords, también en el premio para la campeona, que se repartirá 25 millones de euros. La Roja aterrizó en el país del fútbol como una de las favoritas y se montó en el avión de vuelta a España apenas dos semanas después, eliminada en primera ronda. Por el camino se dejó los 720.000 euros por cabeza que la Federación Española de Fútbol le había prometido en caso de ganar el torneo; 48 veces más que lo que se llevaron los jugadores de balonmano el año pasado al coronarse como campeones del mundo. Primas de vértigo reservadas tan solo para unos pocos.

El fútbol mueve con la misma destreza el balón que el dinero, también desde el bolsillo de los aficionados a los clubes. Más de 1.800 millones de euros se gastaron los españoles en 2013 en el deporte rey. Merchandising, quinielas y apuestas, televisión de pago para no perderse ni un gol. Y la taquilla, que hizo caja por valor de 600 millones en la temporada 2012-2013, a pesar de la crisis y de que las entradas de la Liga son las más caras de Europa.

Pero el precio del fútbol no frena a los aficionados. Algunos recorren Europa solo para pisar el campo de su equipo favorito. Los grandes estadios se han convertido en punto de peregrinaje para turistas: el Santiago Bernabéu y el Camp Nou sumaron el año pasado más de dos millones de visitas, casi tantas como el Museo del Prado. Estadios que también hacen las veces de lugares de culto, donde los más forofos celebran los momentos más importantes de su vida, como la primera pareja que se casó sobre el césped del campo del Barça, en 2011.

Sobre ese césped sueñan con jugar miles de niños, que se preparan en las canteras de los grandes clubes, aunque tan solo una minoría consigue su objetivo. Casi 8.000 menores se presentan cada año a las pruebas del Real Madrid, pero solo un 1% entra. Aún menos se convertirán, quizás, en los grandes fichajes del futuro, en la vida real… y en la virtual. Aplicaciones y juegos online como Comunio permiten, en un par de clics, crear ligas, fichar a jugadores y armar un club con 40 millones de euros.

Grao (Castellón). Fotografía de la serie 'Campos de fútbol' (1992-1995).
Grao (Castellón). Fotografía de la serie 'Campos de fútbol' (1992-1995).Bleda y Rosa

El dinero que abunda para unos es, sin embargo, escaso para otros. Lo saben bien las futbolistas españolas, que ni siquiera pueden colgarse el cartel de profesionales. Aunque entrenen, aunque jueguen como tales. Es el equipo quien decide si les paga o no porque ante la ley, son meras aficionadas. La legislación tan solo permite la existencia de una liga; con la de los hombres copando recursos y atención, las jugadoras siguen con la puerta a la profesionalización cerrada.

Pero la falta de euros no es exclusiva de las mujeres. La Asociación de Futbolistas Españoles recibió, solo en la temporada 2013-2014, 210 denuncias de jugadores por impagos en 32 de los 80 clubes de Segunda B. El pasado enero, el Racing ocupó titulares no por ganar, sino por negarse a jugar. Fue en los cuartos de final de la Copa del Rey, como protesta porque los futbolistas llevaban seis meses sin cobrar. Medio año después de esa imagen, el club aún les debe tres salarios.

Otro equipo de segunda división también es noticia, pero fuera de España y no precisamente por el fútbol. Es menos conocido por sus destrezas en el campo que por sus ideas políticas. El Sankt Pauli nació en Hamburgo (Alemania), pero tiene 500 peñas repartidas por Europa, media docena de ellas en España. Su discurso se centra en tres reivindicaciones, antifascismo, antihomofobia y antisexismo; y la calavera de su escudo oficioso se ha convertido en símbolo de protestas en toda Europa, desde Barcelona a Estambul.

Las estanterías de las librerías también dan cuenta del fútbol, aprovechando sobre todo el tirón del Mundial. El escritor Santiago Roncagliolo acaba de publicar La pena máxima, una novela que se desarrolla con el campeonato del mundo de Argentina de 1978 como telón de fondo. Forofo del Atlético de Madrid, asegura que este deporte es siempre una narración épica: "El fútbol es el máximo teatro de nuestra identidad. Es donde todos ponemos en juego en un escenario lo que somos, lo que deseamos, lo que aspiramos como sociedad".

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