Cambio de ruta
La irrupción de las líneas aéreas de bajo coste ha cambiado el mapa de destinos turísticos Muchos usuarios prefieren quedarse en Fráncfort y Gotemburgo antes que en Berlín y Estocolmo
De “efervescente” calificaba la periodista de viajes Gisela Williams la marcha nocturna en Fráncfort, capital financiera y principal nudo de conexiones aéreas en Alemania, además de sede del Banco Central Europeo, el Bundesbank alemán, la segunda Bolsa de la UE, 400 entidades bancarias y la feria del libro más importante y antigua del mundo. También es uno de los destinos de moda en 2014, según el periódico The New York Times. Nuevos locales, como Maxie Eisen o el King Kamehameha Club, que acaba de estrenar playa urbana con chiringuito a orillas del río Meno, animan esta ciudad de rascacielos (se la conoce como Mainhattan, por el río Meno; Main, en alemán), y en la reciente ampliación subterránea del Städel Museum, un proyecto de los arquitectos Schneider + Schumacher, se puede ver una de las mejores colecciones de pintura expresionista y arte contemporáneo de Alemania.
Los vuelos baratos han puesto en el mapa lugares off the beaten como Vilna (Litualia), Lappeenranta (Finlandia), Liubliana (Eslovenia), Haugesund (Noruega), Pescara (Italia), Lyon (Francia) o las suecas Umea, Gotemburgo, Jönköping y Växjö. Destinos turísticos de serie B perfectos para una escapada intensa y barata aprovechando las rutas que aerolíneas como Ryanair, Easyjet, Jet2, Vueling y otras compañías operan desde España. Resulta difícil resistirse a la tentación de una escapada gastronómica a Lyon (Francia), cuna de la nouvelle cuisine, o a Burdeos, la ciudad del vino, patrimonio mundial de la Unesco y el principal destino dentro de Francia para los viajes cortos. O aprovechar los vuelos de Ryanair entre Madrid y Turín para acercarse a esta ciudad del norte de Italia que disputó con Milán el papel de motor de la vanguardia del arte y el diseño, con ejemplos de arquitectura industrial como el Lingotto, la antigua sede de Fiat rehabilitada por Renzo Piano, y la colección de arte egipcio más completa de Europa.
Sin embargo, la meca de los vuelos de bajo coste es Reino Unido, el país donde estas aerolíneas comenzaron a operar y donde el 90% de la población vive a menos de una hora de un aeropuerto. Ciudades industriales como Manchester, Liverpool, Glasgow, Belfast o Newcastle han dejado a un lado su pasado industrial para renacer como modernas urbes donde brillan las últimas tendencias del arte, el diseño o la música; que inspiran, por ejemplo, un fin de semana en Manchester tras la música de grupos como Joy Division, New Order y Happy Mondays, o en Liverpool, otra de las sound cities británicas, dejándose guiar por las letras de las canciones de los Beatles.
El perfil de estos viajeros coincide con la ‘generación Y’. Nacieron a finales de los ochenta y su mundo es tecnológico y global
En la lista de ciudades musicales tampoco puede faltar Belfast, cuna de Van Morrison y puerta a la costa norte de Irlanda y parajes como The Giant’s Causeway (la Calzada de los Gigantes), una formación compuesta por más de 40.000 columnas de basalto. Su nuevo icono es el Museo del Titanic, un edificio de Eric Kuhne que imita cuatro proas de barco con más de 3.000 planchas de aluminio construido en los viejos astilleros, donde también se rueda la serie Juego de tronos. Los vuelos de bajo coste también permiten montarse una ruta por los lugares que inspiraron a Tolkien la saga de El señor de los anillos en Birmingham, la ciudad donde vivió; un recorrido por el art nouveau de Charles Rennie Mackintosh en Glasgow, o una visita al auditorio proyectado por Norman Foster en Newcastle a orillas del río Tyne, donde también se alza El ángel del Norte, una enorme escultura de acero de Antony Gormley (mide 20 metros, y sus alas extendidas, 54).
“La irrupción de las low cost ha cambiado radicalmente el modelo de turismo”, asegura Cristina Bernabé, directora para el sur de Europa de VisitBritain. “No sólo se han democratizado los viajes, también ha cambiado el perfil de los turistas que viajan a Inglaterra, Escocia o Gales. En 2013 recibimos 1,7 millones de residentes en España, un 40% más que en 2003, y los españoles que nos visitan son muy diferentes de los que llegaban hace una década. Son más jóvenes, la mayoría ha nacido después de los ochenta, y su cultura es cosmopolita. Hablan inglés, conocen las nuevas bandas de música, el último artista multimedia, leen revistas británicas de tendencias y se compran ropa de firmas minoritarias. Londres es su ciudad reservoir para música, moda y cultura, y la visitan prácticamente cada año; pero con vuelos directos desde España a 12 ciudades británicas, no les supone ningún esfuerzo tomar en cualquier época del año un avión a Cardiff (Gales) para un concierto de Joanna Gruesome o a Glasgow (Escocia) para ver una exposición. Después de la capital, sus destinos preferidos son el sureste de Inglaterra y la zona de Liverpool y Manchester”.
El perfil que describe Bernabé es el de los viajeros de la llamada generación Y, también conocidos como millennials. Nacieron entre 1980 y mitad de los noventa. Su mundo es tecnológico y global. Buscan destinos diferentes, experiencias únicas y personalizadas que les permitan vivir las ciudades como un local. Piensan en el momento. Buscan información en tiempo real, y la comparten. Eligen el destino en función del precio. Demandan wifi de acceso gratuito y de alta calidad y tienen un sentido de la responsabilidad social alto. Un grupo de 1.300 millones de personas en el mundo (algo más de ocho millones en España) que se ha convertido en el nuevo objetivo de la industria del turismo, según la revista Hosteltur.
Para Francesco Signoretti, CEO del grupo Bravo Fly-Rumbo, el futuro de los viajes pasa por estos clientes, consumidores que han crecido con Internet y no conciben la vida sin las redes sociales. “Se calcula que más de la mitad de las reservas mundiales de viajes se realizan ya por Internet, y las que se hacen a través de dispositivos móviles se han triplicado en el último año. Diez años atrás, pocos se atrevían a reservar un vuelo el mismo día de la salida, algo que cada vez es más frecuente, y que también ocurre con los hoteles”.
Leipzig, en Alemania, es otro buen ejemplo de destino alternativo. La ciudad de Bach encabezó en 1989 las movilizaciones pacíficas que condujeron a la caída del muro de Berlín, y a pesar de su pasado industrial, aproximadamente un tercio del paisaje urbano se compone de parques y jardines. Las viejas fábricas de Plagwitz, el distrito industrial, se han transformado en vibrantes motores del arte y el diseño contemporáneo. El epicentro de esta fábrica de ideas, “el lugar más candente del mundo” según el diario británico The Guardian, es el Spinnerei: una antigua hilandería de algodón con estudios donde viven y trabajan más de un centenar de artistas. El enorme complejo de edificios de ladrillo rojo suma 14 galerías, talleres de grabado, estudios de arquitectura, sala de cine… En los bajos está la pensión Meisterzimmer, donde se alquilan lofts (60-160 euros por noche). Otra opción de alojamiento es el hotel Paris Syndrome, en un estudio diseñado por Jun Yang dentro del Museo de Arte Contemporáneo de Leipzig GfZK, proyectado por Peter Kulka.
Róterdam, en Holanda, gana posiciones como alternativa a Ámsterdam de la mano de aerolíneas como Transavia o Vueling y de nuevos alojamientos que combinan precios ajustados y diseño. Cerca de la nueva estación central, en el animado distrito de Witte de Withstraat, acaban de abrir sus puertas dos hostels (albergues) baratos y estilosos: el Ani & Haakien y el King Kong Hostel. Y en el edificio De Rotterdam, tres torres de acero y cristal de 150 metros de altura proyectado por Rem Koolhaas, el grupo español NH acaba de inaugurar su tercer alojamiento de diseño de la marca nhow, tras los de Berlín (2010) y Milán (2007), firmado por el mismo arquitecto.
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