_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La ficción

La regla de la historia es la verdad, mientras que la regla de la ficción literaria es la verosimilitud

Almudena Grandes

Un historiador y un novelista que fabula sobre un hecho real son dos coches que circulan en la misma carretera, a idéntica velocidad pero en direcciones opuestas. El historiador documenta exhaustivamente un relato que es cierto aunque a veces pueda llegar a parecer ficticio, y el novelista se inventa de cabo a rabo un relato que es ficticio aunque debe parecer cierto. Porque la regla de la historia es la verdad, mientras que la regla de la ficción literaria es la verosimilitud.

Cada oficio tiene sus normas. Por eso, y no porque carezca de imaginación, un historiador debe detenerse en las lagunas de información que le impidan sustentar cualquier hipótesis sobre datos objetivos, fiables y contrastados. La posición de un novelista es distinta, porque puede rellenar esas lagunas con ficción y seguir adelante. Si es honesto, procurará hallar un equilibrio entre la libertad imprescindible para crear y la lealtad a la verdad histórica en la que se inspira. Este compromiso nunca le obligará a comportarse como un notario, pero sí a respetar los datos en los que se apoyan los historiadores. Los novelistas deshonestos, por otra parte, invocarán los privilegios de la ficción para mentir o manipular en función de sus intereses, y saldrán más o menos airosos de sus trampas.

Este tema, sobre el que reflexiono desde hace ya muchos años, acapara la actualidad gracias al libro de Pilar Urbano, que la Casa Real ha definido como ficción y la autora reivindica como historia cierta. En plena controversia, el teniente general Cassinello ha declarado que “algunas cosas es mejor que no se sepan nunca”. Al margen de la terquedad con la que tantos prohombres de la Transición nos siguen relegando a una irritante y perpetua minoría de edad, nos hallamos al menos ante una verdad indiscutible. Con amigos como este, el Rey no necesita enemigos.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Almudena Grandes
Madrid 1960-2021. Escritora y columnista, publicó su primera novela en 1989. Desde entonces, mantuvo el contacto con los lectores a través de los libros y sus columnas de opinión. En 2018 recibió el Premio Nacional de Narrativa.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_