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EL PULSO
Columna
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Querellas literarias

"Algunos pensamos que la literatura es una de las pocas cosas por las que vale la pena vivir y matar"

Patricio Pron

“Escribir en verso libre es como jugar al tenis con la red en el suelo”, afirmó Robert Frost; otro poeta, Philip Larkin, dijo: “La idea de expresar sentimientos en líneas cortas con sonidos similares al final me parece tan ridícula como la de que haya mangos en la Luna”. El enfrentamiento entre la poesía y la prosa es antiguo, y es improbable que alguien lo tome en serio actualmente. “Todo lo que no es prosa es verso y todo lo que no es verso es prosa”, afirmó Molière en 1671, zanjando el tema. En tiempos posteriores, la energía destinada a la querella entre poesía y prosa se ha volcado en la resolución siempre demorada de otros conflictos como la supuesta supremacía de la novela sobre el cuento y la del verso libre sobre la poesía rimada, que es de lo que hablaban Frost y Larkin.

Unos días atrás, sin embargo, una noticia ponía en cuestión la afirmación anterior: en la región de Sverdlovsk, en Rusia, un hombre apuñaló a otro después de que este afirmara que “la única literatura verdadera es la prosa”. Al parecer, el asesino era un amante de la poesía; al parecer también, ambos habían bebido. Quizá el enfrentamiento se debiese a los excesos etílicos de ambos hombres, tal vez fuese el resultado de la siempre insondable alma rusa. Aunque la noticia parezca sorprendente en tiempos en que la literatura ha perdido por completo su prestigio y su importancia en términos sociales, el hecho es que algunos pensamos que la literatura es una de las pocas cosas por las que vale la pena vivir y matar. No estamos solos: quienes desprecian la literatura olvidan a menudo que todas las grandes religiones y los principales movimientos políticos han sido fundados y legitimados por libros, y que sus muertos son incontables y han muerto por cosas tan poco importantes como una polémica literaria.

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