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Del zapatón al psicoanálisis

Abrigos-manta, colores tierra y siluetas voluminosas. Milán desgrana las tendencias para el otoño 2014.

Modelos de Ermenegildo Zegna.
Modelos de Ermenegildo Zegna. CORDON PRESS

Si usted es de los que piensan que la moda es algo repetitivo, parasitario y, en definitiva, una tomadura de pelo, deje de leer. Y si es aficionado a admirar los retratos de The Sartorialist –esos caballeros atildados con traje de tres piezas y pañuelo en el bolsillo de la chaqueta–, vaya con cuidado, porque en ocasiones se puede sentir pasados de moda. Para todos los demás, la Semana de la Moda de Milán terminó ayer y dejó un rastro de ¡ay!, sí, tendencias para 2014:

1. ¿Qué veo, que no sé lo que veo?

Milán ha sido un posgrado en colores neutros, delicados tonos pastel y cuadros que destacaban sutilmente sobre el fondo. Es uno de los mayores agentes de cambio esta temporada, porque los jovencísimos rebeldes con gorra marinera que lanza Gucci no hubiesen sido tan encantadores si la paleta no hubiera estado llena de verde agua, rosa empolvado y azul grisáceo. O la sastrería tecnológica de Ermenegildo Zegna, que resulta tanto más deseable por su gama de berenjenas jaspeados, marrones campestres y verdes desvaídos. Por no hablar del tono sobre tono y los conjuntos monocromáticos que recorren todas las pasarelas por ahora. Es magnífico para mirarlo, aunque va a resultar un problema si es verdad que los hombres apreciamos la mitad de matices cromáticos que las mujeres.

Zapatos de Prada.
Zapatos de Prada.

2. Incorrección política

Es decir, peletería. Puede ser un detalle (la capucha rematada con piel de zorro, una bufanda de este material o paneles de visón en un jersey de lana), pero también un abrigo de astracán casi hasta los pies. Lo hace Prada, Giorgio Armani e incluso Moncler Gamme Bleu. Si esta incorrección les parece demasiado incorrecta, también planea otra más sutil: el aire de carísimo niño bueno. Los trajes son rectos y holgados, pero en materiales tan lujosos como para financiar un gaseoducto.

3. El zapatón

Modelo de Salvatore Ferragamo.
Modelo de Salvatore Ferragamo.L'Estrop

Los cortes pueden ser ceñidos u holgados, y los pantalones, tanto pesqueros como lo contrario, pero una cosa está clara: los zapatos de la temporada son contundentes. Emporio Armani los combina con trajes de franela gris, Calvin Klein con su 'look' chandalero del futuro y en Dsquared se convierten en botas de media caña (acorde con su estética de presidiario adolescente). Por supuesto los más radicales suegen en Prada y pasará lo típico: al principio les parecerán feos, luego ambivalentes y después se encontrarán renegociando el pago de su tarjeta de crédito.

4. Los ochenta (finos)

No esperen hombreras y calentadores. La silueta del 96% de las colecciones de Milán, aunque a nuestros armarios les parecerá nueva, en realidad es deudora de la década prodigiosa. Las cazadoras se acortan, el volumen aumenta y el punto se hace más amplio y experimenta con invitados como las inserciones de piel. Encuentren todo esto en la parte más sport de la colección medieval de Dolce & Gabbana, en Ermenegildo Zegna, en Jil Sander, en Giorgio Armani...

5. Super yo (y mini yo)

Un término freudiano y la mascota del villano de Austin Powers, sí, pero también la mayor certeza de la temporada. Todos se han puesto de acuerdo y Zara se encarga de ratificarlo: los abrigos son cada vez más grandes y las chaquetas, cortas y estrechas. No hace falta ni que lo apunten. No van a poder elegir.

6. De la playa a la barriada

No hay nada como recuperar los años setenta para dar una imagen de juventud. Piensen en la indumentaria del Bronx por esa época, mezclado con el Bob Dylan más folk y una buena dosis de lujo italiano y tendrán el afectivo look de Ferragamo: abrigos-manta, grandes solapas de borrego y texturas cálidas. Missoni, en cambio, pasa la tendencia por el filtro del surf. La mejor parte es que sus trajes de punto en colores terrosos, los jerséis amplios y esas cazadoras de cuero valen para un veinteañero, pero también para su honrado padre progresista.

7. Los clásicos

Vuelve el camel. Y el verde caza. Y la sastrería se mantiene, solo que con algunas actualizaciones: para Brioni los trajes de tres piezas se llevan sobre jerseys de punto, y Etro coordina sus cuadros vistosos hasta con los zapatos (y los pantalones más estrechos que un servidor ha visto nunca). Pal Zileri, sin embargo, se mantiene fiel a lo impecable, solo que con tejidos lujosos y ultraligeros. Al final, hasta the Sartorialist puede estar tranquilo.

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