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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Propósito de enmienda

GlaxoSmithKline dejará de pagar a los médicos por asistir a congresos y de imponer objetivos en la promoción de los fármacos

MARCOS BALFAGÓN

La multinacional GlaxoSmithKline ha anunciado que dejará de pagar a los médicos por asistir a congresos y de imponer objetivos en  la promoción de los fármacos. Bienvenido sea el anuncio porque, si lo cumple, supondrá un cambio radical en el proceder de la compañía, una de las más cuestionadas por sus agresivo estilo comercial. Si la imagen de una marca es como un capital que se va acumulando a base de buenas prácticas, el de GlaxoSmithKline está en números rojos. En julio de 2012, la farmacéutica llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos por el que aceptó pagar una multa de 2.180 millones de euros para poner fin al pleito que había entablado contra ella la Administración federal y otros 42 Estados por fraude y malas prácticas. Entre ellas figuraba vender medicamentos para patologías en las que no estaban indicados, pagar incentivos a los médicos, ocultar los graves efectos adversos de uno de sus fármacos contra la diabetes y haber promovido durante años la prescripción del antidepresivo Paxil a menores, cuando ya se sabía que aumentaba las conductas suicidas. Paxil, por cierto, fue presentado en Londres a bombo y platillo en 1999 como la nueva píldora de la timidez, en lo que fue un ejemplo exitoso de la estrategia de buscar nuevas indicaciones para viejos fármacos.

Pero la multa no les sirvió de escarmiento. El pasado mes de agosto, cuatro ejecutivos de la empresa fueron detenidos en China por destinar 359 millones de euros desde 2007 a sobornar a funcionarios y pagar a médicos para que prescribieran sus productos. Se estima que China será en 2020 el mayor mercado farmacéutico del mundo y GlaxoSmithKline quería aumentar sus ventas allí un 30% anual.

Con este historial, la compañía británica ha contribuido sin duda a la mala fama de todo el conglomerado farmacéutico; ahora quiere contribuir a limpiarla. Ojalá cunda el ejemplo, porque no es la única que incurre en estas prácticas. Abbott pagó en 2012 una multa en Estados Unidos de 1.225 millones de euros por el mal uso de un anticonvulsivo y Pfizer otra de 1.800 millones en 2009 por la promoción fraudulenta de 13 medicamentos. Estas prácticas son, además de un fraude, un auténtico peligro para la salud.

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