El humorista de la fatalidad
El ilustrador argentino Matt, se ríe de su propio divorcio en su nuevo libro: 'Peligro. Matrimonio'
Hay un momento —“siempre llega”— en que la marcha nupcial degenera en la banda sonora de Psicosis de Alferd Hitchcok, aderezada con truenos, y el peligro invade la relación conyugal. Por eso Carlos Matera (Buenos Aires, 1963) —ilustrador afincado en España, que firma como Matt, divorciado y padre de un hijo— no puede ver separadas las palabras “peligro” y “matrimonio”.
La noche del pasado martes, este argentino calvo y dicharachero se sentó —vestido de negro— en medio de una mesa como si fuera a oficiar un funeral. Estaba rodeado por tres amigos payasos, con su infaltable nariz roja. Uno de ellos dijo que acababa de encontrar novia y quería casarse y entonces comenzó la sucesión de argumentos a favor y en contra (sobre todo en contra). Al fondo permanecía una tarta de boda y, más allá, una novia vestida de riguroso blanco, ramo incluido.
Matt dijo que la gente se casa sin saber los riesgos. “Cuando alguien se tira de un paracaídas”, dijo, “el instructor previene de aquello que puede llegar a ocurrir. Las cajas de los medicamentos señalan sus efectos secundarios. Antes de una intervención quirúrgica, el paciente firma un papelito en donde le explican los riesgos. Las cajetillas de cigarros ponen: fumar mata. Pero, ¿por qué cuando nos casamos nadie nos previene de los peligros que conlleva esa decisión?”
—Y si no sabes, ¿pa qué te casas?, intervino uno de sus amigos, que forma parte del grupo artístico El taller del clown.
Matt —el acento porteño bien arraigado— sentenció:
—Para muchos la idea descabellada del “sí quiero” es un fenómeno natural. Como el vómito, digo yo.
Entonces se levantó de la silla, cogió un rotulador y, en una pizarra de papel, dibujó unos novios. Explicó:
—La novia lleva un tocado de flores, como un nido, que representa la fertilidad. Va de blanco, como la pureza (eso explica por qué el traje del novio es negro). El velo le cubre el rostro para que él no se lo vea. No vaya a ser que se arrepienta. Y la cola de la novia es para que, en caso de fuga, se pueda manotear.
"¿Por qué cuando nos casamos nadie nos previene de los peligros que conlleva esa decisión?”
Matt era un niño porteño cuando arrancaba del periódico las tiras cómicas de Quino, el creador de Mafalda, para coleccionarlas. “Quino es mi gran maestro”, dice con orgullo en entrevista. Pero reconoce también la influencia de otros caricaturistas argentinos como Roberto Fontanarrosa y Carlos Garaycochea. A los 16 años comenzó a dibujar y, desde entonces, no ha parado. En los años 80 sus ilustraciones llegaron a la prensa bonaerense y en 1990, “un año muy duro para la economía de Argentina”, decidió venir a España para quedarse a trabajar. Aquí ha colaborado en distintas revistas y periódicos, entre los que se encuentra EL PAÍS, ha sido guionista de Las Noticias del Guiñol (Canal +), de Claners (Clan-TVE) y ha publicado ya cinco libros con lo más representativo de su trabajo.
El que presentó aquella noche se titula, cómo no, Peligro. Matrimonio (Tikal Ediciones) y es la culminación de una trilogía que empezó con Peligro. Humanos y continuó con Peligro. Hospital. “Me gusta el humor social. Siempre trato de provocar emociones a través de mi trabajo, con mecanismos de humor muy particulares: más con imágenes que con palabras. Porque las imágenes dejan la puerta abierta para que el lector interprete. Y es muy interesante encontrar visiones diferentes de lo que haces. Unos ven una cosa, otros otra y uno se maravilla. Si pusiera más palabras, pues… tal vez condicionaría al lector. Es más mágico sin palabras. También hago humor político, pero me siento más cómodo con el humor social. Por eso me gustan mis libros”.
Entre viñeta y viñeta de Peligro. Matrimonio hay una serie de dictámenes concretos como “los cambios en el matrimonio siempre son enriquecedores, especialmente si cambias a tu pareja por alguien más solvente.” O como este otro: “al final, después de todo, en el peor o en el mejor de los casos, llega “el divorcio”, un trámite que no solo documenta el fracaso del matrimonio; también, y lo más importante, es el comienzo de una nueva posibilidad de ser feliz”.
Así que ¿Matt está en contra del matrimonio? “No”, responde enseguida. Y abunda: “ni en contra del matrimonio ni en contra del amor. Pero el matrimonio es algo muy serio, algo que hay que hacerlo bien. Corres el riesgo de fracasar. Siempre. Por eso cada tanto hay que regar las relaciones, para que se mantengan siempre. Sobre todo hay que alejarlas de la rutina. Porque todo matrimonio tiene un deterioro paulatino. Pasamos de la serenata de amor a ver caer nuestras pertenencias por el balcón. ¡Pero no vemos el deterioro! La rutina golpea la puerta. Entra y se queda. Se apaga la pasión, la atracción. Y las velas se encienden sólo si se corta la luz. Yo creo en el amor. Se puede querer. Pero también creo que ya llegó el momento en que hay que evolucionar, sobre todo después de que la humanidad ha tropezado tanto con el mismo escalón. Está bien amar, es un sentimiento enriquecedor. Pero hay que hacerlo despiertos. Para evitar la ceguera emocional”.
Este humorista de la fatalidad trabaja en el estudio que tiene en su casa, sobre todo durante la noche. Comienza las ilustraciones con los pinceles y las remata en el ordenador. Pero dice que llega el momento en que no es capaz de diferenciar entre “un trabajo” y “un hobby”: “esto es mi vida y no sé separar mi vida personal de la profesional. Siento que una y otra se complementa. No sé los demás, mi experiencia es esa”.
De buena parte de su experiencia surgió este libro, reconoce. “Al ser divorciado, pues… algo hay, sí”. Quizá por eso, la noche del pasado martes no se despidió del público sin dar un consejo: “lo ideal sería que, en mitad de una boda, cuando el cura dice “si alguien tiene algo que decir, que hable ahora o que calle para siempre”, todos los asistentes se levanten y, aterrados, griten “¡Peligro: matrimonio!”.
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