Limitar los riesgos
Obama pretende dar más seguridad al sistema bancario reduciendo la especulación
Obama y el Tesoro de Estados Unidos están dispuestos a resucitar la llamada norma Volcker, que establece limitaciones a las operaciones especulativas que los bancos pueden hacer con los depósitos garantizados y otros fondos de los clientes. Después de la catastrófica convulsión que acabó con Lehman Brothers y condujo a una recesión mundial, la regulación de las operaciones de riesgo parecía una opción de sentido común. Sin embargo, la propuesta de Obama en 2010, la llamada Volcker rule que las agencias reguladoras estadounidenses votarán hoy, ha sido combatida por los lobbies. El argumento en contra de la norma es que reducirá los beneficios de las entidades, un motivo incontestable, porque precisamente de lo que se trata es de aumentar la seguridad de los clientes a cambio de acotar las plusvalías financieras.
Puede decirse de entrada que las reformas de los mercados necesarias para poner orden en el sistema mundial o simplemente no se han aplicado o, como en el caso de la norma Volcker, se aplican con mucho retraso. Esta demora es evidente en Estados Unidos —la norma Volcker es solo una pieza de la reforma financiera global—, pero resulta casi escandalosa en Europa. Casi lo único que se puede pronosticar es que si las agencias regulatorias de EE UU aprueban la norma hoy —como parece que ocurrirá— se impondrán limitaciones parecidas en la banca europea. Por dos razones: porque la Comisión tendrá un precedente para esgrimir ante la resistencia de los bancos europeos y porque Estados Unidos pretenderá homologar la legislación bancaria occidental para que sus bancos no queden en desventaja competitiva.
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Lo que pretenden Obama y el secretario del Tesoro, Jack Lew, no va a resolver todos los problemas. Hay una imprecisión de raíz en el concepto de riesgo especulativo; bien podría suceder que con las decisiones de riesgo actuales de los bancos sus clientes obtengan un beneficio proporcional. La aplicación del concepto de riesgo será complicada y en eso se amparan los que se oponen a cualquier regulación. Lo óptimo sería que el legislador precisara el criterio de riesgo y, además, entrara a fondo en la corrección del tamaño excesivo de los bancos, para evitar la amenaza que pesa sobre el dinero público: que los bancos tengan que flotar con el dinero de los contribuyentes porque son demasiado grandes para quebrar.
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