Espejismos en Siria
Sobre Damasco y sus actuales apariencias va el buen reportaje de David Alandete en El País Semanal del 3 de noviembre. Hasta ahora, Bachar el Asad y antes su no menos criminal papá, Hafez, han mangoneado y masacrado Siria mientras las potencias democráticas han solido mirar para otro lado. Y cuando se dignan observar la masacre con gas sarín de unos 1.500 civiles, barruntan no se sabe qué.
Acuerdan que el Estado sirio de El Asad elimine sus armas químicas, y en ello dicen que está la ONU, aunque las matanzas entre sirios aumentan cada día bajo el nuevo silencio internacional. Parece que los sirios –como esos otros de países generalmente pobres y conflictivos– no son ciudadanos, no tienen derechos ni democracia, no son personas, no existen mientras a los gobernantes de las aludidas potencias les interese abandonarlos al pairo de la nefasta (sin)razón de la fuerza.
¿Es imposible intervenir en los conflictos con la fuerza de la inteligencia, la ley, el diálogo y la pacificación frente a mandamases sanguinarios como El Asad? A ver si de una vez interviene la ONU como sujeto agente de la auténtica comunidad internacional que las potencias y los países del mundo deberían ser. Mirar para otro lado, hacer caso omiso, abunda en la lamentable complicidad con los sanguinarios.
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