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Los confeccionistas de las estrellas

La familia Cornejo confecciona vestuario para teatro, cine y televisión desde 1920. Su ropa está presente en 17 premios cinematográficos a mejor vestuario. Entre sus tesoros descubrimos piezas con 200 años y prendas que lucieron actores como Rusell Crowe o Charlton Heston.

Vídeo: Luis Almodóvar/ Sergio Delgado

Lejos del bullicio del centro de Madrid, cerca del otro extremo de la calle de Alcalá, se esconde un negocio textil casi centenario. Dentro de un enorme edificio de cuatro plantas de unos 3.000 metros cuadrados, la sastrería Cornejo confecciona prendas desde hace 91 años para producciones teatrales, cinematográficas y de televisión. Hasta ahora, su trabajo artesanal ha formado parte del vestuario premiado en 17 largometrajes en los Óscar, Goya, Bafta y César. Sus habitaciones rebosan con telas, zapatos, complementos y cientos de vestidos de época que han brillado desde Doctor Zhivago, El perro del hortelano o Gladiator hasta la reciente Juego de tronos. En medio de la vorágine diaria, María y Elena Ortega Cornejo, gerentes de proyectos de la sastrería, nos abren las puertas de su colección privada.

La exposición es propia de un museo. A ambos lados los trajes y vestidos reciben al visitante y, los carteles a los pies de los maniquíes, informan de los títulos en los que esta ropa ha participado: un yelmo que revivió la historia de El Cid (1961), un traje de hombre ensangrentado de Los miserables, un despampanante vestido de La conjura de El Escorial y la abultada indumentaria de la popular serie Juego de tronos. Pero esta pequeña muestra de los Cornejo sirve únicamente para orientar a figurinistas –diseñador de vestuario–, alumnos de escenografía y prensa. Los tesoros de la empresa casi centenaria se guardan en un almacén en la sala de al lado. Aquí descansan producciones cinematográficas que lucieron Charlton Heston, Ava Gardner o Kit Hartington recientemente. Son vestidos, chalecos, trajes y velos históricos. Junto a estos trofeos, yacen también piezas antiguas de entre las que destacan un vestido de 1820, un chaleco de 1807 y chaquetas de finales del siglo XVIII. “Tenemos material de películas que consideramos un poco de culto o actores importantes. Los trajes antiguos son originales y auténticos pero no están al alcance de nadie porque se deterioran mucho, ya que están muy usados. Solo las utilizamos para reproducir patrones”, explica María durante la visita.

El origen de la empresa se remonta a 1920, cuando Humberto Cornejo, bisabuelo de María y Elena, convirtió un regalo en el sustento de varias generaciones. Una colección de disfraces sirvió de excusa para que una pequeña tienda echara a andar en la calle Esgrima. El establecimiento que por aquel entonces nutría a teatros se ha transformado en un edificio gigantesco en Madrid, donde se encuentran las oficinas, talleres de confección, piel, zapatería y prendas desde los años veinte hasta la actualidad, y una nave industrial de 5.000 metros cuadrados en Azuqueca de Henares –localidad a 47 kilómetros de la capital–, donde se almacena el resto de vestuario por época y sexo. “En los sesenta dimos un salto internacional cuantitativo y cualitativo con las películas de Samuel Bronston, 55 días en Pekín o La caída del imperio romano. Nos empezaron a conocer fuera y a finales de los noventa hubo otro salto que se mantiene hasta ahora gracias al cine francés, Shakespeare in love, Elisabeth, Gladiator… ”.

Foto cedida por Cornejo

La exposición de estas prendas es la guinda a un recorrido por salas en las que se hacina el cuantioso material de confección a la espera de un encargo. El proceso comienza con la visita de un figurinista que detalla qué vestuario y telas necesita para el rodaje. “Solemos hacer una selección previa para facilitar el trabajo porque cuando vienen los extranjeros vienen dos o tres días como mucho. Con los problemas económicos, te dicen que la película es muy grande y luego el pedido va bajando mucho”, comenta María antes de que se le escape una risa. En algunas ocasiones, los encargados del diseño piden una vestimenta específica que han recogido de películas, libros y otra documentación o se animan a dibujarla. “Muchas veces se copian las prendas porque como todo es para ayer pues es más rápido en cierto tipo de prendas. Nosotros bordamos a medida casi todo pero en ocasiones copiamos el patrón a la talla y se pierde menos tiempo”, aclara un sastre que frisa los 60.

El negocio de los Cornejo da trabajo a 55 personas de entre 20 y 65 años -cinco de la familia- y facturó el año pasado 4,5 millones de euros, según sus balances. Las cifras son fruto de la venta al por mayor y de distanciarse de movimientos pequeños. El encargos de la idolatrada serie Juego de tronos, por ejemplo, implica el alquiler de cerca de 400 piezas por temporada, mientras que Los miserables supuso un pedido de 700 prendas, más 500 nuevas que se confeccionaron en dos meses. “El precio varía según la cantidad y calidad, si son de pueblo, clase media o elegantes. A nosotros nos piden más cota de malla, ropa medieval y cuero, aunque tenemos de todo. Si alquilan una cota de malla para un soldado durante varios meses, se hace un pack con el traje, casco, espinilleras, etc., y cuesta entre 300 y 350 euros”, precisa María.

El recorrido no solo entra por los ojos. El suave olor a cuero se adueña de la sala en la que trabajan los zapateros. En la habitación contigua, el intenso aroma a pintura distrae al olfato mientras varios empleados preparan un peto romano. Esta preparación artesanal genera un cariño por cada pieza que desplaza la venta a ser el último recurso. “También vendemos pero poco. Nos da mucha pena. Es como un trofeo”, dice Elena. Por ese motivo, Cornejo centra su actividad en el alquiler de prendas elaboradas para la ocasión o la renta del material ya existente. “Los teatros nacionales quieren comprar las producciones siempre y moverlas en distintos festivales. Pero lo normal es alquilar el tiempo que dure un rodaje o puesta en escena y que vuelva, aunque nadie tiene dinero para comprar ahora”. La crisis, reconoce, ha sacudido también a esta empresa familiar que, a finales del año pasado, atravesó “un momento delicado”. Su salvación, admite, llega desde fuera de España, de donde provienen el 70% de sus solicitudes. “Tenemos suerte, entre comillas, porque lo internacional, que es donde nos volcamos, sigue funcionando. Está fatal que lo diga pero si tuviéramos que vivir solo del mercado nacional, no podríamos”, lamenta la bisnieta de Humberto Cornejo.

Foto cedida por Cornejo

Pero la sastrería, sostienen, nunca rechaza un trabajo. Las peticiones se aceptan vengan de donde vengan: tanto de productoras, colegios, licenciados o tunos, como de la organización de eventos originales. "De repente una pareja de novios se quiere casar y decide que su boda sea medieval y que todos los invitados se vistan así", recuerda con normalidad, "también hay unos rusos que organizan fiestas de fin de año en un palacio de París y piden 300 trajes del siglo XVIII. Es puntual, pero este tipo de encargos se dan". Para los empleados de Cornejo no tiene nada de sorprendente convivir con ropa que abarca desde las primeras civilizaciones hasta finales del siglo XX o las enormes cajas de material y habitaciones. A veces, confiesan, alguna pieza se ha convertido en la protagonista de una fiesta de disfraces. Una sonrisa aparece en el rostro de Elena. "En su primer día aquí un trabajador se pierde".

Un vestuario para un festival

Este fin de semana, algunas de las obras de los Cornejo podrán verse en la quinta edición del Festival Canal + de series que se celebra en las salas Cinesa de Madrid. Además de una pequeña exposición con piezas de la colección, la sastrería entregará un traje de la guardia de la noche de Juego de tronos con un certificado de autenticidad. El trofeo se lo llevará el ganador El rey de las series, un concurso con pruebas y preguntas sobre conocimientos seriéfilos.

El festival -con entrada gratuita hasta completar aforo- arrancará con la grabación en directo de dos programas de Ilustres ignorantes, donde Javier Coronas, Javier Cansado y Pepe Colubi debatirán sobre la adicción a las series y el fenómeno fan.

De forma paralela, el espectáculo contará con actividades que abarcan desde talleres de creación de guiones, vestuario, doblaje, autopromoción, hasta coloquios. Todo esto cominará junto con una amplia programación de series en la gran pantalla, donde podrán verse preestrenos como Ray Donovan, maratones, episodios emblemáticos y nuevos capítulos de Walking dead, Homeland, The big bang theory, Breaking bad o Dexter.

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