Formados y sin trabajo

Tengo 52 años, soy madre de dos jóvenes sin trabajo. Cuando terminé mis estudios de bachillerato, quería seguir estudiando en la Universidad. Tuve que llorar mucho y buscar el apoyo de una persona influyente (la dueña de la fábrica donde trabajaba eventualmente) para que mis padres accediesen. Por eso, siempre he tenido claro que la herencia que dejaría a mis hijos sería, sobre todo, su formación cultural. Ahora tengo dos hijos formados y sin trabajo: los dos hablan inglés y francés. David tiene 25 años, es licenciado en Ciencias Audiovisuales, con un máster en Gestión de Producción y ha tenido que emigrar al extranjero en busca de una oportunidad. Eva tiene 23 años, es licenciada en Periodismo y dice que no la quieren en ningún sitio… Hace unos días me preguntó: “¿qué voy a hacer con mi vida, mamá…?”. Gracias por dedicar un artículo a los jóvenes que, en lugar de estar empezando a tirar de las riendas de su país, están dando tumbos con su currícu­lo en la mano o tienen que marcharse de aquí para no sucumbir al desencanto.