Punto de vista masculino
¡Con lo bien que íbamos en el artículo de Santiago Roncagliolo publicado el 7 de abril, titulado El Papa y el Dalái Lama, y se fastidia al final! Hablando de los escándalos que la Iglesia católica romana no debería silenciar, dice textualmente: “Con todos estos problemas ahí fuera, lo que haga la gente con su pene no me parece muy grave”. Pues fíjese, acaba usted de cargarse de un plumazo a la mitad de la humanidad, que no tenemos pene, sino vulva y vagina, por no hablar de otros órganos femeninos exclusivos.
En mis clases de salud y género en la universidad explico al alumnado lo que se entiende por androcentrismo (dicho brevemente, aplicar un punto de vista y una medida de las cosas masculina exclusivamente) y también cómo nuestra sociedad está tan habituada a ello que ni siquiera lo identifica como tal en la mayoría de los casos.
Por el tono habitual de sus escritos, no creo que se encuentre dentro de una corriente androcéntrica y sí en una progresista, pero le rogaría que se sume a las personas que intentamos cuidar nuestra expresión en aras de no ocultar a las mujeres tras genéricos tan poco afortunados como el de este caso. Lo que sí le agradezco es haberme proporcionado un excelente ejemplo para trabajar el tema en clase en el próximo curso.
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