Me voy, pero sé que lo intenté

La vida no deja de sorprenderme. Con 36 años y tres hijos hice mis maletas y viajé desde Buenos Aires a Madrid con todo lo que eso significa: llanto, curiosidad, angustia y alegría. Mis pequeños ojos se abrían enormemente al ver tanto futuro. Trabajé 17 horas diarias mientras el cuerpo aguantó y nueve meses después me traje a mis hijos. Para entonces ya vivía en Girona: colegio nuevo, amigos nuevos, pero para adelante con fuerza. Hoy con 49 años vuelvo a hacer las maletas, esta vez con destino Brasil. De nuevo angustia, curiosidad y mis hijos, que no se quieren mover de aquí; lógico, aquí hicieron su vida. Me apoyan, saben que en estos momentos su madre no sirve en este mercado laboral tan gris que tenemos. La rabia me da fuerzas, me tira para el aeropuerto. Solo pediría que a los responsables de tanto dolor les dieran un poquito de la desazón que tenemos los ciudadanos en estos momentos. Me voy, pero sabiendo que lo intenté, que trabajé durísimo, que peleé mucho. Me voy herida, pero sabiendo que esas heridas al final curarán; lo que sí quedarán serán las cicatrices de pagar como ciudadana los errores de unos señores que nos gobiernan, que nos exprimen. Ojalá el pueblo se una y exija seriedad.— Claudia Gómez.