La codicia imparable
Escribe una mujer de 77 años que vive sola y que no sale de casa hace más de un año por enfermedad. Cada día me conecto con el mundo a través de la radio y de su periódico, que leo diariamente desde hace muchos años. Quiero adherirme como a una tabla de salvación a las palabras de Maruja Torres “la ética tiene razón”, algo que he pretendido que guiara mi existencia desde siempre y que me llevó al exilio de Chile tras el golpe de Estado de 1976. Y desde este otro exilio, el de la enfermedad que acompaña mi vejez, quiero expresar mi tristeza y mi indignación porque el mundo “humano” parece estar siendo vencido, hasta morder el polvo, por la codicia del dinero. Imparable destructora, la codicia no tiene enfrente ningún factor que la frene; predomina en un mundo globalizado, enseñoreándose de forma asquerosamente orgullosa y ensañándose con los más débiles. Sé que existen personas honestas, pero la desproporción es lastimera frente al neoliberalismo esclavizante que nos invade.
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