15 fotosEl 'boom' que reinventó la literaturaEl mosaico de los principales escritores americanos que renovaron la estética del español hace ahora cincuenta añosJ. Ernesto Ayala-Dip13 nov 2012 - 00:32CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceQuienes hayan leído 'La tregua' (1960) y 'Gracias por el fuego' (1965) pueden ver en esas dos novelas la cara y cruz de la narrativa del escritor uruguayo. Si en una se retrata la vida oficinesca, el abismo insalvable de la mediocridad existencial, en la otra se atisba esa exigencia de compromiso político que caracteriza la obra de Benedetti, su narrativa, su poesía y su cancionero. Si hay algo que debe destacarse en el autor rioplatense es un propósito de radiografía o crónica urbana. El centro moral y sociológico de su producción literaria se afinca en ese territorio casi mítico que es Montevideo. La ciudad donde se dan cita los milagros cotidianos imposibles y la rutina más alienante y desesperanzada. Particularmente recuerdo, en el orden estrictamente técnico, que Benedetti hacía hincapié en el logro de una escritura llana y transparente y, cuestión nada baladí, en el carácter exacto y cuasi definitivo de los títulos: no dejo de pensar en la novela 'Primavera con una esquina rota'.RICARDO GUTIÉRREZEntre el apretado espacio que dejaron los maestros del 'boom', Bryce Echenique ocupa un lugar destacado. Brilla sobre otras consideraciones por su sentido del oído para la reproducción ficcional de los relatos orales, las historias de que se nutren sus narradores, tanto en novelas como 'Un mundo para Julius' (1970) como para su último excelente libro de cuentos, 'La esposa del rey de las curvas' (2010). 'La vida exagerada de Martín Romaña' (1981) es un texto pletórico de autoironía: la que el mismo autor inflige a su 'álter ego', Martín, un tipo que no esquiva su costado enamoradizo. Por ello reza en la novela un epígrafe bastante elocuente: algo así como que en la vida lo único importante es la belleza y el amor. No es un tema menor el tratamiento que hace Bryce Echenique, además de los relatos orales, de la autobiografía. Se trate de una novela de aprendizaje como 'Un mundo para Julius' o de un relato autobiográfico como 'La vida exagerada de Martín Romaña', el autor peruano siempre es un auténtico maestro en el arte de reunir en un solo tono narrativo la ironía y lo sentimental.LOUIS MONIA veces parece como si la única obra del escritor cubano fuera 'Tres tristes tigres' (1967), obra que, como la de otros compañeros de generación, redunda en la concepción total de la novela. Su estructura, su manejo del tiempo, sus nada inofensivos juegos de palabras, sus discontinuidades, su empleo incluso de la tipografía remiten a un palimpsesto debajo del cual podríamos leer desde a 'Tristan Shandy' hasta el 'Ulises'. A Joyce remite también porque La Habana se convierte en un 'leitmotiv', en sustancia narrativa y paranarrativa, en metáfora. Cabrera Infante, que ejerció la crítica de cine (tan importante para entender su obra), al escribir 'Tres tristes tigres' anuncia la clausura del círculo con una obra que la complementa: 'La Habana para un infante difunto' (1979), título paródico que conduce al célebre tema de Maurice Ravel 'Pavana para un infante difunto'. Aquí también hallamos el juego, además de intertextual, paratextual: la novela no solo narra sino que cuenta como se hace artefacto narrativo.MIGUEL TORRESNació en Bruselas y murió en París. Dos ciudades de habla francesa, la misma lengua en la que predominaron los grandes maestros galos del surrealismo, esa escuela lírica del inconsciente que tanto redundó en su obra. Cortázar compaginó la vocación del vidente cotidiano, el demiurgo de la realidad invisible. Citó en un solo espacio a Jarry, Lautréamont, Borges, Macedonio y Arlt. Entre París y Buenos Aires, urdió 'Rayuela', manual supremo de la ensoñación y las visiones de la mano del gran maestre: Morelli. Luego están sus cuentos, esos fogonazos de materia inmaterial que atraviesan túneles de fructíferos misterios. Y el jazz, el compromiso social y los infatigables y milagrosos cronopios.RUE DES ARCHIVES / CORDON PRESSEn las novelas del escritor chileno prima las atmósferas opresivas, psicologías atormentadas, todo ello siempre en el contexto de las clases altas de su país. La dialéctica entre el individuo y la sociedad, la decadencia moral y social son vectores que nos ayudan a interpretar sus obras. Eso vale tanto para novelas de tratamiento más tradicional ('Este domingo', 1966), como para textos de imbricada estructura ('El obsceno pájaro de la noche', 1970). Donoso, además, fue testigo privilegiado del 'boom' de la literatura latinoamericana. Compartió con los grandes maestros del 'boom', geografía física (Barcelona) y generacional: fue partícipe de una empresa de gran calado estético que dejó historiada en 'Historia personal del boom' (1972). En el campo de las estrategias narrativas, esperpento, deformación de los perfiles humanos, multiplicación de planos y voces narrativas, parodia: todo sirve, como ocurre en cierta manera también en las novelas de Onetti, para no hacerse demasiadas ilusiones con la alta y mediana burguesía chilena. No quisiera dejar de mencionar uno de sus últimos libros, 'Donde van a morir los elefantes' (1995): un compendio novelístico donde se cruzan la crítica de los Estados Unidos (donde ejerció como profesor universitario) y su patológica relación con Latinoamérica. Además, en este libro, como sucedía también en los ensayos literarios de Ernesto Sábato, Donoso carga contra la corrección política de algunas tendencias narrativas y analíticas en EE UU, sin olvidarse, de paso, de cargar contra los presupuestos teóricos de Barthes y Bajtin. Donoso, en el fondo, escribió libros para alejarse cada minuto más de la oscuridad, como definió él mismo la meta esencial de la novela.GORKA LEJARCEGICaso curioso el de Jorge Edwards, un autor que por un mismo libro es censurado por dos regímenes ideológicos opuestos: el ultraderechista de Augusto Pinochet y el comunista de Fidel Castro. El libro es 'Persona non grata' (1973), publicado el mismo año del sangriento golpe de Estado contra Salvador Allende. Las experiencias relatadas en ese libro como diplomático hacían blanco en el costado más intransigente del régimen cubano; por ser un representante en el exterior del Gobierno de Allende es expulsado por el pinochetismo. En ese libro Edwards daba buena cuenta de su excelente estilo como memorialista, estilo que vuelve a repetir con no menos éxito en 'Adiós, poeta' (1990), una magnífica biografía de Pablo Neruda. La clase media tradicional chilena es uno de los temas recurrentes en su obra. Con esa materia social y una no disimulada querencia por el historicismo como arma de interpretación moral, el autor construye una narrativa con sello propio en el contexto de sus contemporáneos chilenos. En 1990, se hizo en España una edición de sus cuentos: 'Cuentos completos'. Acuda el lector a ese volumen: varios cuentos deberían estar en la antología del género más exigente. En su más reciente texto, 'La muerte de Montaigne' (2011), Edwards vuelve a sentirse cómodo (algo que el lector agradece) en ese género de no fácil elaboración entre la biografía, la memoria y la historia, que él como pocos sabe conjugar.CRISTÓBAL MANUELAmigo de las 'summas' literarias, como 'Cambio de piel' (1967) y 'Terra nostra' (1975), Carlos Fuentes se mueve también brillantemente en las distancias medias y cortas: no hay nada más que leer su 'nouvelle' 'Aura' y esa joyita de la ficción breve que es 'Chac-mool' para hacernos una idea fundamentada de su versatilidad narrativa. Si a ello le agregamos la cantidad de reflexiones sobre el arte, la literatura, el mundo, la política (mexicana sobre todo, pero también planetaria), daremos entonces con un auténtico 'homme de lettres' de nuestro tiempo. La novela para Fuentes es la expresión absoluta del conocimiento de la realidad histórica y la realidad intrahistórica soldadas en una sola realidad llamada transfiguración literaria. Mito y testimonio configuran la ecuación bajo la cual el autor mexicano arma su discurso literario. De todo lo que se puede decir de la narrativa de Fuentes me quedo con su concepción de la novela como ente total, nacida en Cervantes, proseguida por Thomas Mann y Hermann Broch: la novela hecha de novela, poesía, ensayo, ciencia, filosofía y, sobre todo, de infatigable redefinición del género novelístico.RAÚL CANCIOSólo con 'Cien años de soledad' hubiera pasado a la historia de la literatura universal. ¿Pero antes no hubiera quedado igual en dicha historia con la novela corta 'La hojarasca' (1955) y 'El coronel no tiene quien le escriba' (1961)? Este cuento tiene la semilla imaginativa en la estela de Cervantes. El escritor colombiano tuvo que seguir demostrando que nada fue casual. Y así vinieron más obras maestras. 'Crónica de una muerte anunciada' (1981) y cuatro años más tarde 'El amor en los tiempos del cólera'. García Márquez pertenece a un continente en donde sucedió, según cuenta él mismo, que un general librara varias batallas y no ganara ninguna. En ese caldo de pesadilla y fantasía, ayudado de Hemingway, Faulkner y juveniles lecturas de Verne y Salgari, se gesta Macondo, probablemente el territorio imaginario más real del mundo. Y el más citado.CORDON PRESSHablar del gran escritor cubano es hablar de dos libros fundamentales, con ese aire fundacional que suelen tener los grandes textos: la novela 'Paradiso' (1966) y el libro de ensayos 'Las eras imaginarias'. 'Summa' absoluta. De palabras, red de símbolos, teorías literarias y filosóficas (sobre todo Nietzche). Heredero de Góngora, Mallarmé y Valery, 'Paradiso' es la palabra y la frase como fuente de conocimiento intelectual hecho carne. No faltaron colegas coetáneos que criticaron su exuberancia verbal. Vargas Llosa fue uno de ellos. Para mí, leer 'Paradiso' es como leer 'Los años de aprendizaje de Wilheim Meister', de Goethe. Con ello quiero decir que 'Paradiso' no solo es la novela de José Cemí ('álter ego' de Lezama Lima), sino la novela de iniciación más ambiciosa de la prosa latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX. Como ensayista, en 'Las eras imaginarias' Lezama abre cauces, enseña caminos para una renovada hermenéutica textual.Nacido en Guatemala, sin embargo se puede decir que el autor del cuento más corto de la historia del cuento realizó toda su obra en México. El aporte de Monterroso a la ficción latinoamericana es una especie de sátira de la misma ficción. Lo único que hay que tomarse en serio es el humor y la imperiosa vocación de brevedad. Monterroso escribió muchos libros de relatos, pero su libro esencial y probablemente ya un clásico es 'Obras completas (y otros cuentos)' (1959). Para este escritor su filosofía de la composición se asienta en la más radical concisión, en la sintaxis y en la exposición de las ideas. Aforismos, partículas textuales, fragmentos, todo ello conforma un corpus estético sobre el cual Monterroso defiende su poética. Gracián parece por momentos dictarle su convicción de la brevedad como el arte supremo de la escritura. Todavía, a parte de su famoso 'El dinosaurio', me gusta recordar 'Fecundidad': "Hoy me siento bien, un Balzac: estoy terminando esta línea".GORKA LEJARCEGINo sé dónde leí una vez algo así como que el lector no espere de Onetti una visión del mundo tranquilizadora. William Faulkner y Roberto Arlt aportan al escritor uruguayo la mirada desilusionada de la condición humana, la ínfima esperanza. Leer 'El astillero', por citar una novela onettiana por excelencia, no es solo entrar en una metáfora (o icono literario del existencialismo rioplatense), sino también en el territorio de lo real humano: de la derrota de las ilusiones, de lo clandestino, de lo opaco, de lo atroz. No es un asunto menor en la obra de Onetti el duelo entre lo nítido y lo ambiguo: la imposibilidad de conocer absolutamente el comportamiento humano.EFESoy un defensor acérrimo del escritor argentino. Creo que su operación literaria consistente en crear la ilusión del murmullo cotidiano, el vocerío femenino en sordina, la creación a partir de todo ello de sus tramas novelísticas es lo que le da consistencia narrativa. Releer 'Boquitas pintadas' es asistir a la conjunción del 'kitsch', el melodrama radiofónico, la tragedia operística y la comedia tan cercana al cine (hoy podemos compararla) de Pedro Almodóvar. Puig hace de su narrativa una aventura particular, con casi pocas conexiones generacionales para compartir ideario estético. Su poética se nutre de la cultura popular. Y con esa filosofía compositiva arma uno de los artefactos de ficción más incisivos en su infalible crítica de la vida y la burguesía provinciana. ¿Quién escribió una de las mejores novelas sobre la persecución política y la tortura? Sin duda Puig con 'El beso de la mujer araña' (1976). En esta obra en especial y también en el resto de sus libros, los diálogos cobran una importancia capital. En el final de toda su narrativa (a la que por cierto no sería nada descabellado relacionarla en cierta manera con la de Martín Gaite en nuestro país: ese murmullo, el chismorreo como técnica de representación literaria), espera la dolorosa sensación de soledad. Puig es un maestro en el uso de los mecanismos más marginales de la comunicación literaria, de la frivolidad: el desamparo.MIGUEL GENEREs casi un lugar común afirmar que Ribeyro es mejor cuentista que novelista. Yo leí en su momento 'Crónica de San Gabriel' (1960) y la lectura posterior de sus cuentos a aquella novela de aprendizaje. Soy de los que cree que sus cuentos cada día se afianzan más. Ribeyro es el clásico autor maltratado por los fulgores del 'boom'. Ahora que han pasado algunos años, que comienzan a sedimentar los valores eclipsados de algunos grandes autores, los dolorosos y resignados personajes de los cuentos de Ribeyro retornan para quedarse con esa sequedad expresiva tan suya. El mundo que recrea Ribeyro no resulta reconfortante. No hay en él lugar para la inocencia. Sus criaturas de ficción guardan sus fracasos con afilado silencio, fracasos que no dejan de ser los fracasos del hombre como ser social.MIGUEL GENERLa obra capital del escritor paraguayo, 'Yo el Supremo' (1974), no es el aparente texto documental basado en un exhaustivo aparato bibliográfico e histórico. Dicha novela es un poderoso texto de ficción donde se reflexiona sobre el poder y, sobre todo, sobre la imposibilidad del poder absoluto. 'Yo el Supremo' es una de las novelas más representativas y mejor lograda de ese especie de subgénero de novelas de dictadores, que inicia Valle-Inclán con 'Tirano Banderas' y prosigue hasta hace unos años con 'La fiesta del Chivo', de Mario Vargas Llosa. Su asunto central es la reconstrucción ficcional de la vida de Gaspar de Francia, prócer fundacional del Paraguay, tirano ilustrado como mandaban los cánones ideológicos de la época (mediados del XIX). Política e historia insuflan el cuerpo reflexivo de la novela. Pero además, la novela se convierte en una monumental aventura textual.LUIS MAGÁNEl año que viene se cumplirán cincuenta años de la publicación de 'La ciudad y los perros', probablemente la novela latinoamericana fetiche por antonomasia junto a 'Cien años de soledad' y 'Rayuela'. Vargas Llosa ya demuestra en esta novela tres de sus características: una deslumbrante capacidad inventiva, la redefinición del realismo y convicción para acometer las más diversas técnicas narrativas. Pero además se suma otra: su papel como estudioso del hecho literario (ahí están sus trabajos sobre García Márquez, la célebre novela de caballerías 'Tirant lo blanc', Flaubert, Víctor Hugo y Onetti), además de sus artículos sobre política. Otra curiosidad: Vargas Llosa, como García Márquez, es premio Nobel de literatura. Como el colombiano, Vargas Llosa defiende posiciones ideológicas en el campo de la política y de la economía. Pero, a su vez, los vincula un simétrico antagonismo: Vargas Llosa fue desde el principio y sigue siendo un azote del castrismo, mientras García Márquez es amigo del líder cubano. Si uno es un defensor de las izquierdas latinoamericanas, el otro es un abanderado del neoliberalismo más descarnado. Para terminar: siempre me llamó la atención el primer título que su autor pensó para 'La ciudad y los perros', un título que bien se merece una novela: 'La morada del héroe'.RUE DES ARCHIVES / CORDON PRESS