La dádiva
El tinglado financiero mundial se parece a los palos de un gallinero donde ya solo se posan los buitres. El buitre de arriba cubre de excremento al de abajo. No es difícil imaginar en qué palo de este gallinero pasamos la crisis los españoles y cómo nos despertamos cada mañana
El daño que debas causar, hazlo rápido, de una vez por todas y así se olvidará pronto; la dádiva que vayas a ofrecer, dilátala en el tiempo y así parecerá que eres muy generoso. Estos consejos que Maquiavelo da al príncipe renacentista no los cumple este Gobierno. Al contrario, en lugar de despegarlo de un tirón, parece que experimenta cierto placer en levantar con una lentitud morbosa el esparadrapo que cubre nuestra herida. Las duras medidas de austeridad que se ve obligado a tomar las revela poco a poco, de forma dubitativa, casi con sadismo, un día un zurriagazo en los riñones, otro día una patada en la barriga, para que el ciudadano vaya asimilando como un hecho natural los golpes de la crisis. Mediante sucesivos recortes o con el inminente y siempre pospuesto rescate, todo el mundo sabe que nos van a cortar una pierna, aunque el Gobierno no dice si será la derecha o la izquierda, mientras no deja de engrasar la sierra mecánica que va a usar en esta operación quirúrgica un cirujano de hierro, según están reclamando ciertas voces. Dice Maquiavelo al príncipe: si no eres amado, procura, al menos, ser temido. Luego añade: pero cuida que ese temor no se convierta en odio. Es evidente que este Gobierno no ha logrado ninguno de estos dos beneficios: ni es amado ni es temido; solo es objeto de admiración por unos y de sarcasmo por otros, ante el simulacro que realiza para ocultar la ruina en la que estamos metidos. El descrédito de su análisis económico, que ya es materia de choteo en la barra de los bares, ha hecho que el miedo del ciudadano se haya convertido en odio, solo que este Gobierno lo proyecta, junto con sus propias dudas, contra los tiburones y los calvinistas hombres de negro del Banco Central Europeo. El tinglado financiero mundial se parece a los palos de un gallinero donde ya solo se posan los buitres. Ya se sabe qué sucede en este caso. El buitre de arriba cubre de excremento al de abajo. No es difícil imaginar en qué palo de este gallinero pasamos la crisis los españoles y cómo nos despertamos cada mañana. Este Gobierno ni siquiera se atreve a confesar si habrá mierda de buitre para todos; en caso de que la hubiera, puesto que se trata de una dádiva, según Maquiavelo, para que cunda debería repartirla poco a poco.
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