Penalizar el aborto
Me solidarizo con el dolor y la valentía de Gloria Muñoz y me identifico con la carta de la doctora Fernández Cooke y su reprimenda al ministro de Justicia. De sopetón volvemos al viejo debate sobre quién puede decidir lo que pasa en el interior del cuerpo de una mujer. Quisiera la Iglesia de Roma regresar al tiempo en que manipulaba todas nuestras acciones. ¿Me puede alguien explicar en qué se diferencia la tiranía que la Iglesia, invocando las Escrituras, pretende reimponernos, de la estúpida tiranía del islam basada en otro libro religioso, el Corán, única fuente de toda ciencia?
Hoy impediremos los abortos de los fetos malformados (de qué sirve el avance de la ciencia que permite conocer la malformación o el defecto genético cuando aún se está a tiempo de curarlos o de ahorrarle indecible sufrimiento a los niños y a sus padres). Después, impediremos todos los abortos; después, las píldoras anticonceptivas (al fin y al cabo, no debemos negar la voluntad de Dios que nos manda lo que nos manda y a aguantarse tocan); después, exigiremos que solo se practique la posición del misionero y rapidito; y de divorcio, ni hablar; por fin, se prohibirá que las embarazadas vuelen a Londres. Cuando se haya conseguido todo esto, podremos quitarles el derecho de voto a las mujeres. Vea el señor ministro de justicia a lo que conduce la reducción al absurdo de una tontería cualquiera.— Fernando Schwartz.
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