La hora de la verdad
Es probable que una unión bancaria resulte necesaria para la zona euro
Se aproxima la hora de la verdad para la eurozona. Tras más de dos años de incertidumbre, inestabilidad y crecimiento lento, las decisiones que se tomen a lo largo de los próximos meses podrían determinar el futuro económico de todo el continente europeo para la próxima década, y aún más allá.
Ya hace un año que vengo afirmando que la eurozona tiene que seguir la “implacable lógica” de una unión monetaria hacia una integración fiscal más profunda. En países como el Reino Unido y Estados Unidos estamos familiarizados con las características de una zona estable de moneda única. La solución en la eurozona no tiene que pasar por convertirse totalmente en unos Estados Unidos de la eurozona, pero para que dicha solución tenga éxito es probable que tenga que incluir, de alguna manera, alguno de los mecanismos que permite que otras monedas funcionen bien: más apoyo por parte de las economías más fuertes para ayudar a que las más débiles puedan ajustarse; una mayor agrupación de recursos, ya sea a través de unos eurobonos comunes u otro tipo de mecanismo; un soporte compartido para el sistema bancario a través de una unión bancaria; y, en consecuencia, una supervisión colectiva mucho más estricta de las políticas fiscales y financieras.
Si bien el Reino Unido no es miembro de la eurozona, como miembro comprometido y de pleno derecho de la Unión Europea le afecta enormemente el resultado de este proceso. Para el gobierno británico está claro que está totalmente en interés del Reino Unido el que el principal mercado al que exporta tenga éxito; los riesgos para nosotros de un resultado anárquico son enormes. No nos opondremos a una mayor integración política de los países de la eurozona cuando así lo requiere la solución necesaria para el éxito del proyecto.
Una de las propuestas que se han presentado en las últimas semanas es la de una unión bancaria. Esta puede constar de los siguientes componentes: una garantía colectiva para depósitos bancarios garantizados; una línea de crédito que inyecte capital de forma directa a los bancos; y una supervisión en común de los bancos.
El Reino Unido está haciendo lo que le corresponde por la estabilidad económica y financiera de Europa
Desde mi punto de vista, es probable que una unión bancaria de este tipo resulte necesaria para la zona euro. El impago en los países de la eurozona supondría un gran desestabilizador y una amenaza para el euro. La necesidad de respaldar a los bancos en una crisis es uno de los mayores riesgos a los que se pueden ver sometidas las finanzas públicas de un país. Si los gobiernos de la eurozona no pueden cumplir sus responsabilidades, como por ejemplo proteger a los depositantes o garantizar que sus bancos tengan suficiente capital, entonces puede que para evitar poner en peligro a la moneda en su conjunto, sea necesario que los otros países de la eurozona los respalden. A cambio, es comprensible que dichos países quieran pronunciarse sobre la forma en que los bancos de la eurozona se supervisan y gestionan durante una crisis.
Por este motivo, la unión bancaria es la prolongación natural de una moneda única, aunque no es esencial para un mercado único. En ningún otro ámbito del mercado único se requiere un grado tan elevado de integración. Los países que están fuera del euro tienen su propia moneda y sus propios bancos centrales independientes y, por lo tanto, los medios para respaldar sus propios sistemas bancarios en tiempos de crisis. Y aquellos países que están fuera del euro no pueden votar sobre las políticas fiscales y macroeconómicas de los que están dentro. Por esta razón, tenemos claro que el Reino Unido no va a participar.
Es evidente que el funcionamiento de una unión bancaria, en la que participan, no todos, sino algunos de los miembros de la UE, plantea una serie de retos para el mercado único. Los países de la zona euro tendrán de forma automática una mayoría cualificada y, por lo tanto, en principio, podrán establecer las normas para la UE en su conjunto.
Puede que la zona euro tenga que tomar una serie de decisiones para proteger su estabilidad financiera, decisiones que pueden ser perjudiciales para el resto de la UE si les son impuestas. Para un país como el Reino Unido con un importante sector financiero, es posible que surjan decisiones necesarias para proteger a nuestros contribuyentes y a la estabilidad financiera y que no sea posible tomarlas debido a que nos limitan unas normas establecidas únicamente para la zona de la moneda única.
Por lo que es totalmente razonable que los países de la UE que no estén en la unión bancaria persigan garantías que protejan a sus contribuyentes y que preserven el mercado único para todos los miembros de la UE.
Lejos de pretender salirnos tal y como se dice en algunos círculos, lo que queremos es profundizar y reforzar el mercado único. Un mercado único integrado, también en cuanto a los servicios financieros, está claramente a favor de los intereses nacionales del Reino Unido, y por supuesto a favor de los de Europa también. Pero las normas que lo gobiernan deben continuar siendo establecidas por los 27 miembros de la UE al completo.
Acepto mi responsabilidad de mantener a salvo al sistema financiero británico. Nuestro nuevo impuesto bancario es más elevado que el de Francia y Alemania juntos, y además, ya estamos gravando las transacciones compartidas. Lo último que necesita Europa ahora es que en el Reino Unido se dé el tipo de inestabilidad que se está viendo en otros países de la eurozona. Por eso, he tomado una serie de medidas contundentes para volver a tener nuestro déficit bajo control; y también es por lo que estoy tomando medidas contundentes para reformar nuestro sector financiero separando a los bancos minoristas de sus ramas de inversión, garantizando que nuestros bancos tengan suficiente capital para responder ante cualquier sobresalto futuro. En el debate sobre la regulación bancaria en Europa, ha sido el Reino Unido el que más ha abogado abiertamente por unos estándares más estrictos.
El Reino Unido está haciendo lo que le corresponde al contribuir a la estabilidad económica y financiera de Europa. Al desempeñar un papel constructivo a la hora de configurar las reformas de la zona euro, podemos ayudar a los demás a hacerlo también.
George Osborne es ministro de Economía del Reino Unido.
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